De la República Bananera a la construcción del Poder Popular Plurinacional

Leo Iza
Lunes 26 de Febrero de 2024

La tan afamada clase burguesa se dirige a un punto de no retorno en su afán por aferrarse al poder bajo cualquier circunstancia. En la renovada República Bananera, por fin presidida por el primer exportador del “oro amarillo y blanco” en el Ecuador, Noboa no titubeó en imponer de forma autoritaria el decreto del Conflicto Armado Interno, el pasado 9 de enero. Ahora ha extendido el estado de excepción por 30 días más. En este marco de pacificación y notables excesos de las fuerzas del orden al servicio de la narcoburguesía, Leonidas Iza ha logrado colocar  -con gran preocupación de las todas las élites- un proyecto político que está en la capacidad de construir una unidad programática de la izquierda consecuente, en una estrategia de doble acción entre el poder del Estado y el Poder Popular Plurinacional. La simultaneidad entre dulces y amargos con la que el devenir del país se proyecta, trae consigo un abanico de posibilidades para la clase trabajadora, que se bate en la polarización: por un lado una regresión conservadora, y por el otro una cada vez más elevada conciencia de clase.

Para Noboa en su República Bananera, lxs enemigxs son lxs pobres, la clase trabajadora. Bien sabemos que los capos de las mafias del narcotráfico están en el Estado y en el centro de la burguesía nacional. Noboa le declaró la guerra a los pobres, mas no a la pobreza. No existe ningún magnate del narco que haya caído hasta el momento, ni existe tampoco ningún indicio de desmantelamiento a las rutas del tráfico de cocaína, todo es un montaje político-mediático. Lo que sí existe es una arremetida sostenida en contra de todos los sectores populares, con especial afectación a los jóvenes racializados de los barrios marginales de las urbes del país. Nos encontrarnos en las manos de una clase a la que nada le importa el pueblo trabajador, porque vive de nosotros, de nuestro esfuerzo y trabajo. La misma clase que es responsable de haber desatado la violencia más cruenta en contra de las clases populares, con un proyecto de país que lleva los intereses del libre mercado a su máxima expresión: la narcoburguesía. Ecuador se convirtió en el primer exportador de cocaína a nivel mundial hacia los viejos -EE.UU. y Europa- y nuevos Nortes -China, Singapur, la India-.

La cimentación del narcoestado era fundamental para poder imponer al Plan Ecuador –renombrado Plan Fenix por Noboa- cómo única supuesta solución a la reproducción descontrolada del crimen organizado en el país. En este contexto, el injerencismo imperialista yanqui retoma la batuta en definir frontalmente la política tanto exterior como interior del país. Después de estos primeros 60 días de estado de excepción, con los casos de falsos positivos y demás excesos perversos de las fuerzas del orden en contra de los sectores populares multiplicándose, Noboa renovó por otros 30 días el estado de excepción, en la misma semana que se dio la detención de dos policías en servicio activo con 1,2 toneladas de cocaína en Yaguachi, mientras en las cárceles la deshumanización contra las PPLs sigue aumentando y las denuncias de familiares hablan de torturas graves y hasta ejecuciones extrajudiciales, y un grupo de militares intentaron un robo de armamento en Fuerte Militar Manabí. La pantalla del control y el orden ejecutado por los mismos perros a sueldo del Estado -y el narco- se cae por su propio peso.

El shock que se tejió entre el 8 y 9 de enero pasados, creó y mantiene una suerte de consenso en el apoyo a las fuerzas represivas del Estado -sobre todo FF.AA.- como actores primordiales de la imposición del orden capitalista -por la fuerza-. La doctrina del shock impuesta en el país pretende posicionar una narrativa concreta. En el caso de Ecuador es la supuesta guerra contra las drogas, el narcotráfico y el terrorismo –organización popular-, como un elemento que movilice a la conciencia de las masas hacia una regresión conservadora, para construir un consenso.  La intención es generar un objetivo colectivo, como la unidad nacional frente a un enemigo común.  Sin embargo, gracias a la mano invisible que controla las corporaciones de comunicación, el crimen organizado se presenta distorsionado y cercenado para el consumo de las masas, y se oculta intencionalmente la relación entre los carteles de droga y la burguesía nacional, como con Noboa, Lasso, María Paula Romo, etc. 

Los crímenes estructurales de las fuerzas represivas se multiplican por dos factores: mayor exposición y mayor impunidad. El Gobierno Nacional en contubernio con las corporaciones de comunicación, entretejió una compleja red de apoyo a FF.AA. y PP.NN.  Ejemplos de esto es que tan solo el 23 de febrero, Noboa decretaba un bono extraordinario en beneficio de miembros y familiares de fuerzas represivas. Así mismo, el hacendado-presidente ha salido en numerosas apariciones públicas a respaldar hasta las últimas consecuencias a lxs uniformadxs. Inclusive el mismo día que se decretara el CAI, el Consejo Administración Legislativa -CAL- de la Asamblea Nacional emitió un comunicado con el compromiso de dar amnistía a las bajas causadas por el debido cumplimiento de la ley. Esta estrategia de control social, en sus dimensiones desplegadas por el gobierno actual, no encuentra precedentes, sobre todo en términos comunicacionales y de mediatización de imagen.

Es evidente que el estado de excepción y el supuesto CAI corresponden a una estrategia de conmoción interna, generada por la clase dominante en el centro del poder del Estado. La República narco Bananera representa la lumpenización de la mísera burguesía local. La figura de Daniel Noboa en la presidencia demuestra el nivel de penetración del crimen organizado en el Estado. Las condiciones materiales del pueblo se van a ver progresivamente afectadas por la radicalización del libre mercado. Es importante señalar que es precisamente en los marcos del libre mercado, que el narcotráfico se puede desarrollar a su máxima expresión. Mientras tanto, el neoliberalismo se profundiza recarga sobre los hombros de la clase trabajadora todo el sostén de la vida y del país, a costa de una precarización nunca antes vista en nuestro contexto.

La necesidad de utilizar la fuerza para sostener el proyecto neoliberal demuestran que la burguesía nunca se recuperó de la fuerza que demostró el Movimiento Indígena en Octubre 2019 y Junio 2022. Representa también la desesperación de una clase dominante frustrada, que no ha logrado, en casi 8 años, imponer las condicionalidades de sus amos imperialistas. El estado de excepción y el reconocimiento del CAI son el recurso empleado por el Poder frente a la perdida de hegemonía de los sentidos capitalistas, que le fueron arrebatados del Estado y la clase burguesa por un pueblo cada vez más y mejor organizado, con una creciente conciencia de clase, y dispuesto a luchar con dignidad por sus intereses colectivos. Es decir, a la clase dominante no solo le queda la tarea de reprimir, sino también de  reconstruir su dominación en términos ideológicos: que la gente les vuelva a creer.

La posible candidatura de Leonidas Iza y su llamado claro y conciso a la unidad programática de la izquierda consecuente, logra posicionar una propuesta política se demuestra suficientemente dinámica y estructurada como para lograr actuar en dos frecuencias de la acción colectiva, y con una clara intención de construir un proyecto de país enunciado desde el anticapitalismo. Iza, de lanzarse efectivamente a la contienda electoral, estaría posicionando un camino que tiene buenas posibilidades de al fin superar las lógicas reformistas del progresismo, al mismo tiempo de sostener y aumentar la organización popular. Es decir, Leonidas Iza podría guiar a la clase trabajadora del campo y la ciudad, hacia la construcción del Poder Popular Plurinacional.

Como ejercicio de revolución permanente, la tarea de los sectores populares es el redoblar esfuerzos por construir organización en todos los espacios de trabajo y de estudio, en los barrios y comunas. Del progresismo hemos visto cual no es la forma cuando las urnas se presentan en el camino. La construcción del Poder Popular Plurinacional, de ninguna manera puede recaer solo sobre los hombros del Movimiento Indígena en su conjunto, sino que es responsabilidad de todo el campo popular y la izquierda consecuente, acudir con conciencia militante al llamado a la unidad, y reconocer la dirección irrefutable de Leonidas Iza Salazar.

Solo lo que se ha construido en las calles, puede ser legítimo en las urnas.

Fotografía: Conaie Ecuador

 

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