Reflexiones a partir del golpe de Estado en Bolivia (Parte 2)

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Jueves 28 de Noviembre de 2019

Solidaridad con los pueblos de Bolivia y una crítica necesaria al MAS


Tengo consciencia de que se trata de un tema delicado, pero no se puede negar que la dirección del MAS, desde su intento de doble innstitucionalización, ha sobrepasado los límites. El MAS propuso el plebiscito en febrero de 2016 y perdió. No se suponía que se presentaran a la cuarta reelección, pero podían organizar perfectamente un gigantesco proceso de consulta y participación popular para iniciar la nueva etapa del entonces oficialismo. Lo hicieron todo al revés, agrietando las bases sociales e indígenas y creando las condiciones para un voto de protesta en respaldo al oligarca Carlos Mesa (a la cabeza de un paraguas llamado la Comunidad Ciudadana y además con un vicepresidente con una maestría en administración pública de Harvard). Además, este voto favorecía también al ex vicepresidente Goni (Gonzalo Sánchez de Lozada) que se postuló en octubre de 2003 en la Guerra del Gas. Por absurdo que pueda parecer este adversario de Evo, hubo mucha subestimación en el llamado a un "voto de protesta".


El personalismo radicalizado termina siendo personalismo. Un colega profesor universitario en el área de geografía, con muchos contactos en Bolivia y experiencia directa en la región, había estado alertando sobre el tema con justa razón. En los catorce años de Evo y su vicepresidente abundaron las tensiones en relación con la soberanía de los Territorios y el énfasis en el modelo extractivista para asegurar crecimiento y mantener el superávit, además de las tasas de crecimiento. De tal manera se logró que los objetivos de gobierno fueran los constantes males de Evo y Linera.


Resulta afirmativo el precepto que gobernar es tomar decisiones, pero antes que nada es necesario encaminar los procesos que legitimen estas decisiones. Y, lo que es más importante, pasar por una consulta soberana, ya que la propia Constitución Plurinacional así lo garantiza.


Todo salió mal en la doble institucionalización incompleta. No está nada perdido aunque las élites racistas dieran la vuelta a la tortilla con el apoyo y aval de sus altos mandatos militares. De aquí que resulta necesario revisar la relación con las Fuerzas Armadas, sobre todo con las fuerzas electorales que se dedican a ganar cuotas de poder en las urnas de la democracia liberal postcolonial. Después del golpe, se aprendieron muchas lecciones en las calles -durante los asesinatos de Cochabamba y la rebelión de El Alto- procesos que están lejos de terminar.


Debemos tener total comprensión de lo que ocurre hoy en Bolivia. La lucha del pueblo boliviano no es por Evo ni el MAS, no únicamente. El proceso llega mucho más allá, más allá de los mecanismos reprochables usados por Álvaro García Linera, desembocando en servir como ejemplo para toda América Latina y el Caribe.


El proceso en Bolivia puede terminar por afectar la apreciación de nuestras sociedades en relación con las de otros países. Los gobiernos cercanos a Bolivia -como Rusia y China- pretenden juegar un doble juego, reconociendo el gobierno de facto de Ánez -posesionada en un Senado sin quórum- al mismo tiempo reconocen la existencia de un golpe de Estado. Las relaciones internacionales no dejan de ser un juego sucio.


La base del concepto erróneo de los análisis progresistas: ¡desconocer el hecho de que se trata de la Whipala o nada!
 

Existe un problema fundamental en un sinnúmero de análisis de colegas de izquierda -sin la pretención de ironía- sobre la crisis institucional y el golpe de Estado en Bolivia, que ocurrió el domingo 10 de noviembre.


En general, se tiende a no aportar nada nuevo, y más al contrario, hay una tendencia a pretender desconocer o ignorar, lo cual termina por tener un efecto similar. Al no tomar en cuenta lo más importante -el Estado Plurinacional y el hecho de que en general en Bolivia no gobiernan los que ahora se declaran victoriosos- porque no hay capacidad estatal para gobernar si hay un consenso mínimo de oposición de al menos la mitad de las naciones originarias.


¿Existía entonces una falta de una institucionalidad original y popular que pudiera hacer frente al aparato represivo del Estado? Sin duda alguna. En otras palabras, el problema no fue el modelo en sí, sino la condición incompleta del modelo, bajo la tutela del MAS de García Linera, enviándolo muy por encima del Instrumento por la Solidaridad de los Pueblos (IPSP).


Es difícil decirlo ahora, pero los hechos son los hechos. A este lado de los Andes, o hacemos un gigantesco esfuerzo no sólo para comprender la lucha de las 36 naciones originarias de la tierra de Juana Azurduy y Bartolina Sisa, o nunca mediremos las posibilidades reales de las luchas de los pueblos aquí en Brasil, incluyendo la defensa incondicional de los territorios indígenas y quilombolas. Además, resulta urgente la necesidad de promover un ecumenismo desde abajo hacia arriba, para contrarrestar el cristofascismo tan bien retratado y denunciado por teólogos avanzados como Nancy Cardoso.


La evidencia concluyente


Para nosotros, los latinoamericanos, sólo podemos hacer como José Gervasio Artigas y zambullirnos en las raíces de las luchas de resistencia de este lugar del mundo, aplicar un estatuto de igualdad absoluta, tanto en las reivindicaciones como en el estatuto de legalidad, y luchar lado a lado de personas como Andrés Guazurarí (Andresito Guacurarí y Artigas) y Joaquín Lenzina (el Negro Ansina). Sólo así comprenderemos que "¡no podemos esperar nada que no venga de nosotros mismos!”


"A la huella a la huella, de Bartolina Sisa y Juana Azurduy!"

 

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