Los Decretos de Garantía de la Ley y el Orden en Brasil (Parte II)

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Jueves 12 de Diciembre de 2019

Los decretos de GLO y los riesgos reales

 

El tercer y último aspecto que parece pertinente resaltar frente a las amenazas del proyecto de ley de empleo de decretos de GLO, sin consultar a los gobiernos estatales. Esto presupone ser una medida agravada por un intento de legalizar el asesinato con o sin el poder legislativo en la exclusión de la ilegalidad y el sexto colapso de las FF. AA.


El Estado, a través del gobierno central, tiene fuerzas capaces de combate urbano, u otros tipos de modus operandi poco convencionales. En comparación, la acción de tipo Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE) de la Policía Militar del Estado de Rio de Janeiro (PMERJ) -hoy añadiendo más de tres batallones de hecho- esta fuerza que superaría la eficiencia de estas unidades.


Bastaría con imaginar el empleo permanente de soldados profesionales como el Batallón de las Fuerzas Especiales, el contingente profesional de la Brigada Paracaidista, o el Batallón Tonelero del Cuerpo de Marines? ¿Quién tiene conocimiento de toda la Fuerza de Desplazamiento Rápido del Ejército (FDR)? ¿O por qué no la unidad de rescate de élite de la Fuerza Aérea? ¿Cúal fuese el objetivo de utilizar está clase de unidades? ¿Para patrullar callejones y disparar a jóvenes inocentes que acudan a bailes comunitarios?


¿Se aprobaría entonces el uso de munición letal en la represión de supuestos actos de protesta, como acontece en la actualidad en Chile y Colombia? Pronto se observaría el uso de tanquetas y coches de combate, diezmando así las fuerzas sociales a tiros? ¿Así que la Jenny del Planalto aplicará a las FF. AA. en una aparente vigilancia y control de los disturbios? ¡¿Así que triplicará el contingente del PE, la Policía Naval y la Fuerza Aérea?!


¿Y si en medio de los supuestos conflictos sociales una parte de la comandancia del ejército decide retirarse, como ocurrió en 2019 en Chile, especialmente con la Infantería de Marina? ¿Y si estas medidas fuesen parcialmente impugnadas por las autoridades de la Comandancia del Ejército, como también ocurrió en Chile?


No afirmaría que la vocación del ejército brasileño sea la del combate profesional y la no injerencia. La realidad se encuentra lejos de eso. Al mismo tiempo afirmaría que fue con la misma agilidad que la generación de oficiales de cuatro y tres estrellas -liderada por Eduardo Villas Bôas- el mismo que envía un mensaje al Sumpremo Tribunal Federal a través de Twitter- tuvo que entrar en la política por la puerta trasera, esta agilidad pudiese ser utilizada para escapar de la prestación de servicio.


Entonces, desde su propio delirio y con cadáveres a su nombre –casos contados de muertes- porque serían de militantes y no de jóvenes inocentes sin representación política - ¿cómo se vería el gobierno que aprobase tal infame decreto?


Honestamente, no estoy convencido del profesionalismo militar -la adhesión a Bolsonaro da fe de esta falacia- y mucho menos del aparente patriotismo que emana de los oficiales y generales de las tres ramas del ejército. Sin embargo, tengo certeza en su instinto de supervivencia como institucón. Todo parece ser posible con el núcleo duro de los adeptos a Jair, teniendo en cuenta siempre que para los oportunistas de la ocasión -véase las carpetas de relaciones exteriores, educación y políticas culturales- no parece existir límite alguno. En medio de un posible caos, si los grupos financieros llegasen a crear un escenario de desinversión y volviesen a dedicarse plenamente a la especulación financiera, asegurarían así la permanencia del estatus quo.


Los decretos de GLO, aprobados por derecto ejecutivo y sin petición expresa del gobierno local -contando también con la exclusión de la ilegalidad- representarían la manera óptima de poner fin al desgobierno, incluyendo a sus secuaces oportunistas. El problema reside en que esta es una realidad y no un simple escenario ficticio y que se encuentra mucha sangre de por medio. Derrotemos este escenario absurdo antes de que la sociedad organizada tenga que hacerle frente a la excepcionalidad en las calles.

 

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