¿Celebran en Ecuador los 50 años de la Doctrina de shock en Latinoamérica?

jv
Jueves 11 de Enero de 2024

Los grandes cambios en la geopolítica mundial reflejan un contexto sumamente complejo, con un tinte bélico que insinúa una serie de prácticas y atropellos contra los derechos humanos y contra los principios del Derecho Internacional, con crímenes de lesa humanidad e incluso con intenciones genocidas por parte de las potencias que representan al feneciente bloque imperialista de Occidente. Mismo que en su lenta caída asestará duros golpes a sus “subordinados”, y en ese encadenamiento, a los pueblos y países que habitan en su denominado “patio trasero”.

 Aunque si bien, los mayores esfuerzos del Pentágono hoy se centran en la franja de Gaza; hace todos los intentos posibles por frenar el despliegue de la “Ruta de la Seda”, paradigma económico que desplazaría la hegemonía del imperio capitalista. La política agresiva e intrusiva del Pentágono no deja de activar en países como los nuestros, y particularmente en Ecuador, donde las estrategias que se han usado y que corresponden por mucho a una tradición que se instauró en Chile,  desde el 11 de septiembre de 1973.

Conforme al libro y documental que sustenta de manera impecable Naomi Klein, “La doctrina del Shock” subtitulado “El auge del capitalismo del desastre” (2007), el neoliberalismo en Latinoamérica se instaura por la injerencia de Estados Unidos en Chile durante el gobierno democrático del socialista Salvador Allende. Fue así que los denominados “Chicago boys” con Milton Friedman a la cabeza, hicieron de este país una especie de laboratorio para instituir el sistema económico neoliberal.

Y es que un sistema económico tan irracional solo puede ser impuesto por la fuerza -por lo cual, lo “liberal” es una ironía-. Sus características fundamentales tienen que ver con la profundización de las desigualdades sistémicas y entre clases, el desmantelamiento y reducción del Estado, y propiciar la privatización y desregulación para cumplir con la máxima del “libre mercado”, que al final resulta ser no tan libre, ya que este sistema viene acompañado con medidas derivadas que impiden o  entorpecen el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas, como claramente sucede hoy en el Ecuador.

Luego de una fase de “neo-desarrollismo”, que se la reconoce como una corriente política socialista (del siglo XXI) pero que en realidad supuso una reforma capitalista al primitivismo neoliberal, que conduce a la “financiarización” (en donde, por ejemplo, ocho (8) hombres poseen el capital que la mitad de la población mundial puede juntar), se ha experimentado el retorno al paradigma de la Escuela Económica de Chicago desde el gobierno de Moreno hasta nuestros días. Tanto el gobierno de Hurtado en los 80s, como todos los que le sucedieron, aplicaron el mismo modelo hasta el 2007.

Es así que, el difícil martirio que tuvo que vivir el Ecuador durante la pandemia el 2020, fue un fiel reflejo del retorno neoliberal, luego de una criminal represión liderada por la ministra M.P. Romo en octubre del 2019 ante las movilizaciones del pueblo ecuatoriano, ya que el gobierno de L. Moreno resultó ser falaz al trastocar toda su oferta de campaña, alejado absolutamente de la propuesta del progresismo.

Cuando se creía que el próximo gobierno no podría ser peor ni más mediocre que el de Moreno, se elije al banquero Guillermo Lasso, oligarca vinculado al Feriado Bancario del 99 en Ecuador. Este gobierno nuevamente supuso una menor inversión en la inversión social y la privatización de empresas públicas, además de la pérdida injustificada de una buena parte de las reservas internacionales del país.

Tan desastroso fue su gobierno que tuvo que dejarlo al termino de dos años, con serias incriminaciones de estar vinculado a la mafia albanesa. Entre el gobierno de Moreno y Lasso sucedieron los sangrientos amotinamientos en las prisiones del país que daban cuenta del nulo dominio de estos gobiernos sobre el sistema carcelario.

Sin embargo, lo peor estaba por venir”: las elecciones presidenciales del 2023 se vieron bañadas de sangre por las que se denomina estrategias de shock y que fueron sobre todo direccionadas desde el poder judicial, concretamente desde la Fiscalía y su titular. El silencio cómplice que permitió que se esparciera un rumor sobre la culpabilidad del movimiento “Revolución Ciudadana”  de la muerte del candidato Fernando Villavicencio, posibilitó una segunda vuelta en la que se impuso otro oligarca ecuatoriano, Daniel Noboa.

El miedo ha jugado su gran rol para evitar que el progresismo se imponga en las urnas. Pero hay que decir que las razones que se esconden detrás de esas maniobras maquiavélicas y villanas, se estructuran desde la intromisión de la Embajada Norteamérica, ya que lo que se juega es la disputa de la hegemonía norteamericana en Sudamérica ante la arremetida de la influencia de los BRICS y del nuevo orden mundial. Orden al que parece más cercano el progresismo, pues la política multipolar entrevé un panorama menos intrusivo en la política nacional de cada país.

Hoy, se ha declarado el Estado de Guerra por parte del gobierno de Noboa ante un escenario dantesco nunca antes visto en Ecuador,  cuya población es víctima de secuestros, explosiones e incendios de automóviles, asesinatos de guías penitenciarios, toma de canales de televisión, etc., se pueden visibilizar las estrategias de la doctrina de shock para inmovilizar a la población, y buscar su reacción irracional ante estos eventos, de tal manera que se pueda reasumir el control del país, se evite el juicio político a la Fiscal, y Noboa se replantee su alianza con la Revolución Ciudadana.

Después de 50 años desde el asesinato de Allende y el acenso de la dictadura de Pinochet, las redes sociales, con un ejército de trolls, aprovechando todo esta conmoción social, solicitan el retorno de la Base de Manta y propugnan por la inserción de la ley de extradición, apelando claramente a los principios de injerencia de los cuales EE.UU., que  quiere profundizar su intervención en el país, a través de sus títeres que controlan las cárceles y el poder judicial.

Loja, a nueve de enero de 2024

 

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