¿El decrecimiento como alternativa? (II)

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Martes 26 de Marzo de 2019

Continuamos con la segunda parte de ¿El decrecimiento como alternativa? En la primera parte, se delinearon los rasgos generales de la temática, incluyendo los esfuerzos a nivel internacional y la problemática a nivel personal. En esta segunda parte, la autora plantea discusiones actuales sobre el tema y abre nuevas interrogantes respectivas al consumismo y la falta de compromiso por parte de la industria.

El objetivo del decrecimiento es disminuir de forma progresiva la producción, con el fin de equilibrar la relación humano-naturaleza. Esta definición es la que causa conflicto en el mundo “en desarrollo”. Dicha visión se contrapone a todos los valores que el capitalismo defiende como exitosos, en realidad, se trata de una confrontación directa al actual modo de vida, por lo que por obvias razones no ha sido difundido de forma viral.

La disminución de la producción es un tema complejo, ya que al mencionarlo en nuestros círculos cercanos, genera reacciones que en primera instancia se evidencian como temor. ¿y si no se produce, de qué vamos a vivir? Acto seguido, aflora nuestro sentido altruista, ¿y si no se produce, de qué vivirá la gente de las fábricas? Y finalmente, regresando a la realidad, mencionan un poco aliviados, “bueno, sabemos que eso no va a suceder, la alternativa es dejar de comprar”.

Nuevamente, el balón del cambio climático rebota en nuestra cancha. Pero en este punto es necesario hacer un brevísimo resumen del modus operandi de la industria. El marketing y las ventas giran en torno a una ilusión de abundancia y felicidad, que pretendemos obtener al adquirir ciertos productos. Estos productos presuponen facilitar nuestras vidas, al mismo tiempo de reflejar nuestro estatus social. Trabajamos duro para poder alcanzar este nivel y para adquirir el auto más grande, la televisión curve o el celular último modelo. Si no fuera de ese modo, ¿para qué generamos dinero? Esta pregunta resulta difícil de responder. Sería muy interesante descubrir cual es el límite a la ambición. Más allá, resulta pertinente cuestionar si es posible coexistir con diferentes niveles de “necesidad” dentro del concepto abstracto del Sumak Kawsay.

El trabajo de las empresas es justamente vendernos “felicidad en un mundo sin límites”, para lo cual las mismas utilizan técnicas muy bien planificadas que parecerían inofensivas, pero que responden a esta necesidad de acumular dinero en base al incremento de producción de forma permanente. Al final, así es como se mide el éxito.

Por poner un ejemplo, sólo en el sector de la alimentación, según un artículo de la Natural Resources Defense Council de 2012, en EEUU se arroja el 40% de la comida que se produce en este país (Gunders, 2012). El reporte desglosa además los daños en cada etapa de la producción, almacenamiento, procesamiento y distribución, durante las cuales ya existe un porcentaje de pérdida. Sin embargo, al llegar al consumidor se produce la mayor cantidad de desperdicio. Por otra parte, según datos de 2014 en Ecuador, la industria avícola menciona que producen lo suficiente para abastecer las necesidades internas, pero insistían que era necesario fomentar el incremento en el consumo nacional pues nuestro país era el que menos consume en la región (Rodríguez, et.al., 2017). Estos son solo 2 ejemplos que ilustran la lógica ligada al sector industrial. El objetivo es siempre el de incrementar la producción, reducir costos y crecer por crecer, incluso aunque las necesidades estén cubiertas, el deseo es continuar aumentando las ganancias. Se suman a la lista el sector automotriz, el de construcción, extractores de petróleo, gas, carbón, etc., con sus lobbys interminables de abogados, políticos y “expertos” pagados, encargados de desacreditar, negar y bloquear cualquier iniciativa que prevenga, contenga o contrarreste el cambio climático (Laville, 2019).

Nuestras necesidades se han creado en base a la oferta de productos y no en base a una necesidad real. Y la industria pretende satisfacer a todos. Esta intenta captar todos los mercados; la población se ha acostumbrado en este sistema a jamás aceptar un “no” como respuesta. Todo el año es posible consumir naranjas chilenas, piñas hawaianas, chocolate suizo, sin mencionar los productos hechos a base de soya transgénica o aceite de palma. Una vez que están en el mercado, hay la posibilidad de que estos se vendan. Si no es el caso, este hecho no es relevante, ya que la producción en masa disminuye los costos, y si no es consumido aquí, lo llevan a otra parte, donde esto si sea el caso; otra ciudad, otro país, otro mercado.

Si las industrias continúan con este modo de producción, no habrá nada que salve a la humanidad del desastre climático. Es necesario entender de una vez por todas que en el mundo material y físico si existen límites. Finalmente surgen las interrogantes, ¿de verdad somos capaces de limitar a las industrias, solamente en base a nuestro nivel de consumo? Y si de alguna forma logramos disminuir nuestras necesidades, ¿será esta medida suficiente para que la industria los deje de producir?

Fuentes:

Gunder, D. (2012). Wasted: How America Is Losing Up to 40 Percent of Its Food from Farm to Fork to Landfill. Natural Resources Defense Council. iP:12-06-B. obtenido desde: https://www.nrdc.org/sites/default/files/wasted-food-IP.pdf.

Laville, S. (22 marzo 2019). Top oil firms spending millions lobbying to block climate change policies, says report. The Guardian. Obtenido desde: http://www.theguardian.com/business/2019/mar/22/top-oil-firms-spending-millions-lobbying-to-block-climate-change-policies-says-report

Rodriguez, F., Godano, E., Bueno, D. (21 diciembre 2017). América del Sur y producción de huevo: Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela, Surinam y Guyana (Parte 2). Avicultura. Obtenido desde: https://www.engormix.com/avicultura/articulos/america-sur-produccion-huevo-t42031.htm

Fotografía: decrecimiento.info