Cultivar la resistencia

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Lunes 10 de Agosto de 2020

En plena pandemia, los modos de producción y consumo del capitalismo llegan no solo a sus propios límites, sino que entran en contradicción directa con prácticas que sostienen la vida. El capital profesa fundamentos que se encuentran en oposición y antagonismo con todos los seres vivos del planeta: irrespetando su existencia, apropiándose de sus recursos, fragmentando ecosistemas y destruyendo la biodiversidad, imponiendo el sacrificio de la vida en pos de la lógica de mercado. Esta pandemia evidencia que el Estado burgués no nos salvará de la muerte, mientras no le convenga en términos macroeconómicos y no responda a la “necesidad” del mercado.

El agro y el sector rural se encuentran asediados por la maquinaria de megaproducción profesada por los conglomerados alimenticios en colaboración con el Estado burgués. Para comenzar, los medios de producción alimenticia, que se encuentran en una fase de híperconcentración y acaparación por unas pocas multinacionales que regulan y definen la producción de los alimentos. Solo 10 conglomerados alimenticios producen más del 90% de los alimentos industriales y procesados que se consumen a nivel mundial. Entre ellas constan Kelloggs, Coca Cola, Unilever, Nestle, Pepsico, Danone, Mars, Mondelez, Associated British Foods y Johnson & Johnson. No resulta ser coincidencia alguna que todas sus oficinas centrales se encuentren el Norte global, depredadando los recursos del Sur, proveedor eterno de materia prima.

Esta lógica profundiza la depredación de los sistemas de vida con prácticas correspondientes al agribusiness: el uso de pesticidas químicos, el desarrollo exhaustivo de monocultivos, la implementación de transgénicos en los cultivos, etc. A la cabeza de esta industria se encuentra otro gigante empresarial, el cual antes y durante la Segunda Guerra Mundial, ya producía Ciclón B para las cámaras de gas de los campos de concentración, y durante la guerra de Vietnam proveía al ejército estadounidense de armamento químico, entre otros el afamado agente naranja: se trata de Monsanto-Bayer. Resulta irónico que los componentes de armas químicas utilizados para la exterminación sistemática de seres humanos y genocidios, también se presten como pesticidas. En definitiva, el capitalismo utiliza las mismas armas para dominar y eliminar a cualquier forma de vida, sin distinción alguna.

Paralelamente, el capitalismo como sistema económico, nos ha confinado a las grandes ciudades, planificadas y desarrolladas para ser incapaces de producir prácticamente nada que aporte al sostener la vida; excepto una infinidad de productos procesados de poca o nula relevancia, pilar fundamental de la sociedad de consumo actual. De tal forma, el capitalismo moldea agentes económicos como puros consumidorxs y no como productorxs autosuficientes, ya que esta no responde ni le sirve a la lógica en la que se basa el sistema económico.

La pandemia ha reafirmado que precisamente en momentos de crisis, el capitalismo se expande de manera agresiva, llevándose por delante a toda vida: la deforestación y las actividades extractivas como la minería, las lógicas de apropiación y depredación de la vida y sus “recursos”, la fragmentación de ecosistemas y la destrucción de la naturaleza, continúan en auge en medio de una profunda recesión económica a nivel planetario.

El capitalismo se autodefine en la cúspide de la dominación del humano sobre la naturaleza y supone un atentado en contra de la vida misma, apropiándose de recursos que se vuelven determinantes en sostener incontables espacios de vida. Esta lógica confluye con la multiplicación de las desigualdades estructurales, para engendrar una paradoja que perpetua mecanismos de dependencia, al mismo tiempo de consumir y destruir ecosistemas como una commodity más.

¿Cuál es el rol  del capitalismo en la degradación de la vida y las especies del planeta?

El capitaloceno, la época histórico - político - económica en la cual nos encontramos, determina la capacidad de resiliencia y supervivencia de la mayoría de las especies. El impacto en términos de producción y consumo, y de extirpación de biodiversidad, resulta inconmensurable en tiempo real, lo cual dificulta una aproximación analítica que cuantifique en términos absolutos el daño y la destrucción que se causa a medida que consume el planeta en beneficio de la acumulación de capital y la avaricia humana. De tal manera, se reproducen y plasman las mismas desigualdades que imperan en el capitalismo como sistema económico, al resto de los espacios de vida en el planeta.

Para desarrollar formas de vida resilientes a la lógica de exterminio que impera bajo el capitalismo, podemos retomar enfoques y profundizar conceptos y prácticas  basadas en el cooperativismo y el apoyo mutuo. Estas se centran sobre todo en la colectivización de la producción de alimentos y en la soberanía alimentaria. En consecuencia y puestas en práctica por medio de cooperativas y asociaciones autogestionadas de productorxs de alimentos. Resulta imperante y fundamental una vuelta al campo, en organización cooperativa y solidaria.

También resulta fundamental la generación de espacios de relacionamiento y acción política autónomos. Estos se pueden desarrollar mediante la generación de espacios comunitarios de intercambio y sostenes de vida que trasgredan y atenten en contra de la lógica individualizante del capital. Espacios recíprocos que se encuentren por fuera del monetarismo, y al mismo tiempo practiquen la solidaridad como fundamento del sostén de la vida de forma conjunta. Un fundamento antiespecista que no sitúe al ser humano cómo forma de vida idónea; sino que comprenda la vida misma como la antítesis al capitalismo, convirtiendo a la resistencia comunitaria de todos los seres vivos, en un acercamiento a la vida profundamente anticapitalista.

El apoyo mutuo como forma de vida, como ya lo pensaba Kropotkin hace más de un siglo, puede ser un punto de partida para una comprensión antidarwinista de la vida, en la coexistencia de todos los seres vivos. El “todxs contra todxs” de Darwin cae en la misma tentativa de la maximización de la competencia por la supervivencia que el “el ser humano es el lobo del ser humano” de Hobbes. Planteamientos que profundizaron el afán por el individualismo, el especismo y el egoísmo del capital, al plantear la vida como una lucha en contra de todo y de todxs. Cuando la estrategia debería ser la  lucha en contra de las lógicas del capitalismo, que profesan y conllevan a una alienación del ser humano respecto al resto de formas de vida en el planeta. Esta lógica es la que fundamenta el ethos de la supervivencia como la maximización de acumulación de recursos económicos, y la apropiación de recursos naturales y de vida.

En una dirección diametralmente opuesta, se encuentra la ecología social, una ecología fundamentada en el cooperativismo, el apoyo mutuo, la resistencia, la resiliencia colectiva y la lucha contra el capitalismo, el patriarcado y la colonialidad. Estos últimos tres sistemas imponen el modus vivendi del ser humano en el capitaloceno como sistema de dominación que atraviesa cada espacio de vida en son de acumulación de capital; en un marco en el cual se regula para no cooperar y desentenderse del bienestar de lxs otrxs, donde también se incluyen la naturaleza y los animales. En este sistema actual, la supervivencia de todas las especies se encuentra amenazada de forma frontal y directa. Comprender que no nos encontramos separados, sino que toda vida es interdependiente, resulta  en la profundización de una comprensión de que no es un todxs contra todxs en competencia, sino un todxs por el todo en cooperación.

Igualmente, el cuidado como práctica, teoría y filosofía feminista, resulta ser una piedra angular que conlleva a comprender un sistema cooperativista anticapitalista. El cuidado debe sobrepasar las concepciones individuales y espacios privados, para enfocarse en la ejercicio político comunitario, entendiendo a la comunidad desde una perspectiva que englobe al resto de especies, cuidándolas a todas por igual. La reciprocidad es una práctica constante en espacios de vida armónicos, por lo cual se precisa aplicarlos también al relacionamiento interespecie, con el planeta y hacia todos los seres vivos.  Únicamente la cooperación entre todo ser vivo en contra del capitalismo, nos podrá alejar de la lógica de exterminio que éste nos impone.

Contra la muerte, luchemos por la vida. Ha llegado el momento de cultivar la resistencia del apoyo mutuo y la solidaridad, del cuidado y la reciprocidad. Quienes no cooperan, están condenadxs a perecer.