Vestir de Santos a los pecadores

jhv
Miércoles 19 de Mayo de 2021

No dejan de asombrar los testimonios y las opiniones que hacen representantes de la ultraderecha de América latina en Miami en el Foro para la Defensa de la democracia en las Américas. Con respecto del Sr. Lenin Moreno, me hizo recordar -y no con ello los coloco en el mismo nivel de importancia histórica- a lo que se decía de García Moreno por parte de ciudadanos y periodistas afines a las élites de la época. Con ello sitúo que, las tiranías que defienden intereses de clase sacrificando a las poblaciones, son exaltadas por las voces oficiales de las clases dominantes, y lo hacen a través de sus medios de comunicación.

A finales del siglo XIX, los elevaban a categoría de santos, recordemos que a García Moreno se lo intenta canonizar. Con réplicas similares en el siglo XX, mencionemos como sectores de la ultraderecha española se referían al dictador Francisco Franco, como un “santo”. La exaltación de los dictadores como Pinochet, Videla y otros gobernantes de las democracias autoritarias como Febres Cordero, Uribe y ahora Duque, dan muestra de esta constante, para ocultar la violencia con la que actuaron y actúan en el ejercicio del poder. Emulando que sus acciones de violencia política y terror de Estado, son “una lucha perpetua del bien contra el mal”.

Darle un valor de guerra santa -apelando a la religiosidad-, y mostrar que toda acción de violencia simbólica y real fue por nuestro propio bien. Aquellos que no lo aceptan serán estigmatizados por estas voces oficiales, y se los colocará como cómplices del enemigo común: el progresismo o socialismo del siglo XXI -el mal al que hay que erradicar-, identificándolos como delincuentes, corruptos y corruptores.

Esta estrategia utilizada por las derechas es una práctica histórica, que oculta lo sucedido realmente. Los gobiernos de derecha institucionalizaron la violencia, las prácticas de corrupción privado-estatales, la mentira, y estas volvieron sin ningún empacho, a ser utilizadas en este gobierno. Las elites retornaron con Lenin Moreno a la administración del Estado, con un solo propósito: reinstalar el régimen neoliberal.

La herencia que nos deja el gobierno de Lenin Moreno es el allanar el camino para que retorne la sociedad neoliberal: una población polarizada socialmente. Es volver a acentuar la división de clase, recomponer la representación de las élites como las únicas que pueden gobernar el país -como portadoras sublimes de los principios democráticos-, y las que nos conducirán a la experiencia del gozo de la riqueza del capital.

La defensa a ultranza de los intereses empresariales y la protección de los capitales, en desmedro de los derechos de los trabajadores, ha desembocado en despidos masivos en las instituciones estatales y privadas, elevando la pobreza al 43% en el país. La polarización social se mueve en el plano de la contradicción entre las necesidades de las poblaciones, y los intereses de clase de las élites. Esto ha quedado muy claro en el gobierno de Moreno: el pago de la deuda externa y la aprobación de la Ley de Apoyo Humanitario -que legitimó los despidos de los trabajadores-, se enmarcan directamente en los intereses de la clase empresarial-burguesa.

Por otro lado, el uso de la angustia como una forma de presión subjetiva, para que la población tome partido entre “el bien y el mal”, con la construcción del enemigo común, fue uno de los más perversos escenarios montados por las elites y el gobierno. Esto condujo a una polarización subjetiva, manifiesta en una mirada simplista sobre la realidad y que induce a la rigidez cognitiva, caracterizada por la creación del enemigo causante de todos los males sociales, enfatizando la creencia de que nos van a despojar lo poco que tenemos. No debemos olvidar que la política del despojo la practicaron este gobierno, y las élites.

Deja a cuestas las miles de muertes como consecuencia de deteriorar el sistema de salud, con el despido de miles de médicos, enfermeras y auxiliares. También las otras muertes producto de la violencia destructiva y autodestructiva causada no por el virus, sino por el desmantelamiento del Estado, los despidos masivos y los procesos de privatización. La condonación de las deudas tributarias a los grupos empresariales, empobreció los recursos del Estado, o más bien los destinó a sostener a los grupos económicos, y no cuidar a la población. No hay que dejar de mencionar, los asesinados, heridos y mutilados de Octubre de 2019, en la misma lógica de defender los intereses de la clase empresarial-burguesa.

En este marco, la ultraderecha latinoamericana, nunca asume sus responsabilidades sobre el dolor que provoca a las poblaciones. Más bien, premia a quienes se subordinan a sus intereses, blindan y defienden a sus testaferros, los galardonan, y en algunos casos cuando ya no les sirven, los desechan como el caso del Sr. Celi. No olviden como el Sr. Mahuad fue premiado, incluyéndolo como docente en una Universidad en los EE.UU. Ahora la ultraderecha celebra al Sr. Moreno.

Queda claro que el retorno de las ultraderechas estará matizado por la perpetua persecución y eliminación del enemigo común, la impunidad y el empobrecimiento de las poblaciones. Crearán sus santos y quemarán a sus demonios, hemos vuelto al neoliberalismo radical.

 

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