Reinventar la estrategia contra la impunidad y el sicariato de Estado (Parte I)

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Jueves 16 de Enero de 2020

La renovada estrategia imperial pone en peligro al mundo

Las lógicas que en la actualidad vuelven a imperar en América Latina y el mundo demuestran la renovación de una estrategia imperial. Dentro de la misma, la destrucción del Estado de Derecho a nivel mundial juega un papel principal. Desde allí se inicia la nueva ofensiva contra todo y contra todos los proyectos y alternativas al orden mundial vigente. El asesinato del general Qasem Soleimani -líder de los Guardianes de la Revolución de Irán y uno de los personajes más amados y reputados de ese país- presume ser un acto formal de declaratoria de guerra – auspiciado por Israel por medio de canales de información del Mossad- y respaldado por el demencial aparato industrial-militar yanqui.

Este es un primer elemento que evidencia el proceso de ruptura del Estado de derecho a nivel global. Otros aspectos que visibilizan esta ruptura serían la destrucción de acuerdos de comercio de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y el irrespeto absoluto hacia los derechos humanos por parte de EE.UU. (103 mil niños migrantes se encuentran separados de sus padres en prisiones estadounidenses según un informe de la ONU). Siguen el repudio absoluto a los acuerdos contra el cambio climático; la promoción de golpes de Estado -nombrando y reconociendo presidentes a su antojo en países soberanos-; la violación de las Convenciones sobre Refugio y Asilo; ataques comerciales a socios históricos como a la Unión Europea y varias otras decisiones y acciones de ruptura del Estado de Derecho a nivel universal. Todos los acontecimientos antes mencionados terminan por configurar en parte sustantiva esta renovada estrategia. Los antecedentes más cercanos pueden ser encontrados en los asesinatos de Osama Bin Laden y de Muamar El Gadafi, televisados y presenciados en directo por Barack Obama y Hillary Clinton.

Este planificado accionar -el cual actualmente es presidido por Donald J. Trump- es en realidad un paso sustantivo que busca solucionar la crisis intercapitalista y la propia crisis del neoliberalismo, donde Estados Unidos procura la hegemonía en el planeta, aplicando la única estrategia que conoce: el terror y la fuerza.

Dentro de este marco -para el neoliberalismo- las democracias y los derechos están demás

La consecuencia parece manifestarse de manera inmediata en América Latina. Es necesario observar nuestra región más allá de la confrontación geopolítica entre los EE.UU., China y Rusia por los recursos naturales.

América Latina termina siendo el espacio de confrontación ideológica y política entre los nuevos conceptos de democracia, socialismo, incorporación de lo plurinacional, el reconocimiento de la unidad en la diversidad y de las culturas ancestrales, la defensa del derecho a la identidad de género y los derechos de la naturaleza.

En otras palabras, la nuestra no es solamente la batalla económica, es “la batalla de las ideas” -como la llama Fidel- por la construcción de un nuevo orden mundial, basado en la propuesta de un mundo solidario. Por ello y mucho más, el imperialismo mantiene su odio contra Cuba. Más allá, el mantiene y renueva su odio contra las propuestas de Chávez, Lula, Kirchner/Fernández, Evo, Daniel Ortega, el Frente Amplio y la Revolución Ciudadana. Todas estas armaron un andamiaje de propuestas peligrosísimas para la hegemonía del capital. No cabe duda de que estas alternativas deberían ser destruidas como dé lugar.

Este descomunal operativo termina por dirigirse en contra de las ideas y concreciones redistributivas de las Nuevas Democracias del Siglo XXI en Nuestramérica. Esta estrategia termina por representar la continuidad modernizada del Documento de Santa Fe 1 y Santa Fe 2, ambos de la misma década de 1980. En la actualidad, el continente se encuentra viviendo la misma estrategia, modernizada, actualizada y al parecer también exitosa.

Por ello se repiten nuevas versiones del Plan Cóndor, o esta peligrosa alianza entre Boris Johnson y Donald Trump -como ya existieron entre Reagan, Bush, Thatcher, Tony Blair y Aznar- y que desembocó entre otras en la fraudulenta invasión a Irak en 2003.

Así, en América Latina, nos enfrentamos al reto de crear respuestas inusuales, extraordinarias -como las de Fidel, como las de la Teología de la Liberación, como las de Juan Velasco Alvarado y los militares progresistas, como Allende, el FSLN, o Chávez, quien habría inaugurado la más reciente fase de confrontación política e ideológica-.

La capacidad de respuesta a la que me refiero no puede reducirse a discusiones sobre liderazgos de campañas electorales, sin descartar la importancia política de las mismas. Avanzar en ese camino amplio, de frentes políticos capaces de construir ideas nuevas y fuerzas contundentes y mantenerlas, ahí resta el presente reto.

En Mayo de 1968, los jóvenes y estudiantes dieron la voz de alerta y el campanazo de partida. Hoy -50 años después- los jóvenes y estudiantes saltan nuevamente a las calles -o saltan los controles del metro de Santiago- con los indígenas, los afros, los movimientos por la identidad de género, los derechos plenos de las mujeres y la defensa de la naturaleza. Los partidos políticos de izquierda, con lecciones aprendidas y capacidades acumuladas debemos resistir, prevenir, organizar y avanzar para defender la democracia como ese concepto amplio y redistributivo que todes queremos.

 

Fuente fotográfica:

www.cnn.com

 

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