Ecuador: la democracia que no existe

05-08-2020 DEMOCRACIA
Jueves 6 de Agosto de 2020

Históricamente, el marxismo ha sido crítico de la noción de democracia, sea porque se trata de una “dictadura de una clase sobre otra”, encarnando una ficción de representación del pueblo en el aparato estatal, o como un campo de disputa por las fuerzas revolucionarias, que - sin olvidar el carácter de clase de la democracia burguesa - debe ser batallado sin olvidar las “otras formas de lucha” ni el objetivo histórico del comunismo.

En este camino de disputa, la seducción del realismo político muchas veces ha terminado por sumir a los revolucionarios en lógicas propias de la democracia burguesa, como la absolutización de la estrategia electoral para la “conquista del poder” o la extrema confianza en la legalidad que establece la contienda electoral. Es por esto que en un escenario altamente autoritario como el que vive nuestro país, resulta fundamental discutir la democracia para evitar definiciones idealistas y mecánicas en el ámbito táctico y estratégico.

Para hablar de democracia en Ecuador es necesario reconocer el intrincado plan que involucra los intereses de clase de los sectores más reaccionarios de la oligarquía y la burguesía parasitaria con los del imperialismo estadounidense, y su plan regional de desestabilización; el cual ha terminado por barrer con todas las libertades que suponía la democracia. Así, comprometido el ejercicio pleno de los derechos humanos, la persecusión política y la politización de la justicia se vuelven estrategias efectivas para cercar, aislar y aniquilar al “enemigo interno” - una nueva versión de la doctrina de seguridad nacional y de la lucha contra el “comunismo” -, así como el uso tendencioso y rastrero de los medios de comunicación para linchar mediáticamente a los adversarios.

Este intrincado sistema tiene un carácter de clase que, como decíamos arriba, corresponde a una estrategia regional autoritaria. Siendo así, los sectores revolucionarios y progresistas deben esforzarse en comprender el fenómeno democrático más allá del ámbito electoral, y entender que su “defensa” requiere fundamentalmente la movilización y cohesión de los sectores afectados por las políticas neoliberales, mediante la constitución de una estrategia de superviviencia de los sectores populares, para tratar de reducir al mínimo los golpes del bloque de poder.

En este sentido, la defensa de la democracia que no existe, la que “respeta del debido proceso”, los derechos humanos, las opiniones divergentes. Se debe partir por reconocer el carácter de clase que esta ha tenido históricamente en nuestro país, así como que el empleo de la estrategia electoral no es el objetivo supremo - pero sin duda necesario -, más aún, si la izquierda que apuesta toda su fe en ella, carece de pueblo y del ejercicio del poder en la sociedad. Todo esfuerzo en esta defensa, que no contemple que la democracia burguesa es en sí mismo el objetivo a batir; es una pérdida de tiempo y esfuerzo.

Solo existirá democracia en la sociedad socialista, porque democracia es fundamentalmente la redistribución de la riqueza, la transformación revolucionaria del régimen de propiedad, la lucha contra el patriarcado, el colonialismo, el racismo, etc. Es decir, la verdadera democracia solo puede ser anti capitalista.

 

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