Alegato en favor de la unidad

marxito
Jueves 18 de Agosto de 2022

La unidad ha sido eje central del proyecto comunista desde el primer momento en que Marx postula en el Manifiesto: ¡Proletarios de todos los países, únanse!

Apelar por el proyecto de unidad se vuelve cada vez más necesario frente a la progresiva fascistización del Estado burgués ecuatoriano, que ejecuta la doctrina del shock en la población con políticas públicas que engordan la maquinaria represiva policial, posiciona el discurso del enemigo interno en la sociedad y criminaliza el derecho legítimo a la protesta.

Con las claras distancias históricas y geográficas, hay que tomar en cuenta el trabajo y las propuestas de Gramsci, cuando en 1921 llama a una “acción general única de todos los trabajadores” para hacerle frente al contraataque burgués y la reacción fascista italiana que amenazaba la vida del pueblo.

Pero ¿con quienes sí y con quienes no?, la búsqueda de alianzas abre una grieta que las izquierdas no han sabido cerrar.

Teorizar acerca de la unidad es una tarea compleja, y llevarlo a la práctica necesita de una discusión profunda. Me parece que todo argumento a favor de la unidad se va a quedar corto si una condición es buscar un consenso unánime acerca de lo que pasara en el después de la revolución. Las circunstancias demandan actuar ahora.

“Los comunistas luchan por alcanzar los objetivos e intereses inmediatos de la clase obrera” -Manifiesto Comunista-.

Como comunistas es vital recordar que la lucha del proletariado es contra el capital, y como Marx lo pone: “la tarea comunista debe plantear la cuestión de la propiedad privada”. Este es un principio que junto con conciencia de clase es un claro indicador por donde encontrar camaradas.

En el contexto actual la fuerza revolucionaria debe residir en la capacidad que tengan los sujetos revolucionarios de gestionar sus convergencias y disputas para trabajar y luchar juntxs por otros mundos mejores posibles.

Testimonios militantes pueden dar cuenta de las complicaciones que los oportunismos y el ego reaccionario ha producido para la formación de una unidad. Miedo, paranoia y sectarismo, en los sindicatos, las militancias y las organizaciones sociales, hacen muy complejo el trabajo por unirnos todxs hacia un objetivo.

No son infundados esos temores. Es cierto, hay una “superioridad moral” que ronda las izquierdas, y que se dedica a apuntar errores de las organizaciones desde afuera, sin poner las manos al fuego por el proceso.

Si las disputas son internas, poseen una lógica igual de enfermiza, de paternalismo frente a las demandas del otrx y sin comprometerse con la lucha cuando las posibilidades de victoria se ven reducidas.

Los desacuerdos organizativos (que muchas veces son más de forma que de fondo) se resuelven sin ser discutidos a profundidad, consiguen dividir a lxs camaradas, y “depurar” la organización desde términos egocéntricos.

Y también se encuentra el oportunismo asqueroso, que invoca alianzas abiertamente con el fascismo en nombre de “la unidad” y que son totalmente accesorias para sus objetivos contrarrevolucionarios, que solamente reproducen la necropolítica.

Debemos hacerlo mejor, se puede hacer mejor. En el Paro Nacional de junio no importó quien estuvo en la misma olla comunitaria o zona de conflicto, las viejas rencillas y resentimientos históricos se esfumaron, trabajamos codo a codo con quien se piensa que nunca coincidiremos.

Cuando sostener la vida se vuelve urgente, todas las diferencias superficiales se tornan ridículas. En una guerra si no estamos todxs unidxs y apuntando al mismo enemigo, este nos aplasta sin piedad.

No podemos seguir cayendo en el mismo error de las izquierdas eurocéntricas que se han acomodado y miran de modo paternalista los problemas y demandas de la gente -de lxs oprimidxs se nuestra región-. Que no se pierda el sentido de urgencia del pueblo, que muere diariamente a manos del sistema capitalista-patriarcal-colonial-especista.

Estamos en guerra señorxs, todos los días lxs trabajadorxs salen a vender su fuerza de trabajo y pelear hasta las últimas consecuencias por el derecho a la vida digna, y contra la doctrina del shock que propina el sistema neoliberal.

Del otro lado la maquinaria estatal y el aparataje represivo que representa a la clase burguesa explotadora, sabe perfectamente que es una guerra. Los “distinguidos think tanks” del gobierno de Lasso se las ingenian para crear discursos que nos mantengan separados. Es ahí donde perpetúan su victoria: “divide y vencerás”.

Marchamos en grupo compacto, asidos con fuerza de las manos, por un camino abrupto e intrincado.

Estamos rodeados de enemigos por todas partes, y tenemos que marchar casi siempre bajo su fuego.

Nos hemos unido en virtud de una decisión adoptada con total libertad, precisamente para luchar contra los enemigos y no caer. Lenin

La potencia y alcance de las organizaciones sociales es muy débil (por lo menos en el sector urbano), y existen argumentos que señalan que estas tienen que ganar fuerza antes de poder pensar en una unidad. Pero esto sería hacerlo todo al revés. El proyecto de unidad debe ser integral al proceso de crecimiento de las organizaciones.

La multiplicidad de aportaciones y demandas que conforman la unidad, es lo que da fuerza al proyecto revolucionario, no una única y limitada perspectiva de una organización, por mucho respaldo popular que posea. Su ventaja frente a las demás solo supondría hegemonizar el discurso político revolucionario: “canonizarlo”, e implantar su concepción parcial de cómo debería ser el camino a seguir. Esto ya ha pasado, por algo existen partidos políticos que han “secuestrado la revolución”, que creen que su concepción liberal es “revolucionaria” (valga la redundancia).

Para parafrasear a Ramón Grosfoguel, al trabajar juntxs debe haber diálogo inter epistémico (fundamentos desde los que surgen nuestros razonamientos y principios), que no subestime la experiencia del otrx. Sobre todo, en un plano político que no paternalice, ni dicte qué consignas apoyar.

Por supuesto un intercambio en donde se gestionen las convergencias y las diferencias, y se trabaje en función de lo acordado. Esta debe ser la búsqueda principal del comunismo, ya lo decía Marx: “los comunistas trabajan en todas partes por la unión y el acuerdo”.

Es necesario al esbozar una idea de unidad ser lo suficientemente valientes para participar en procesos organizativos/militantes en donde pongamos las manos en el fuego por las ideas y reivindicaciones que representamos, para hacer una crítica cuando se equivoquen, pero desde adentro, así también estaremos asumiendo la responsabilidad de los errores y los aciertos. Y por tanto la crítica debe ser tan afectuosa como férrea y constante” (López, 2022).

 

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