Oportunismo y complicidad: balance del 1º de Mayo en Quito

La cabeza de la marcha

El mal gobierno golpea al pueblo trabajador con una política enfocada a beneficiar al empresariado, y, mientras esto sucede, los sindicatos, así como varios partidos de izquierda, se manifiestan este 1º  de mayo del 2018 a través del silencio cómplice en torno a los temas que afectan al pueblo.

Al parecer existe un consenso nacional por “la paz y unidad” que ha acallado la voz de quienes pretenden representar las aspiraciones de las mayorías, demostrando que sus vetustas estructuras solo perduran por su capacidad de pactar, y que deben ser superadas para poder construir una alternativa popular.

Por eso,  este 1º  de mayo, el primero después de la década de Rafael Correa, se caracterizó por llegar a la calle sin conflictos aparentes, con una importante afluencia en una sola marcha, pero vacía de contenidos propios y que además, le hizo el juego a la oligarquía, quien no dudó en darle esos sentidos incluso “banales” de “diálogo y armonía” a través de los medios de comunicación.

Sin contenidos ni programa

Dos actitudes marcaron la postura política de los viejos sindicatos y partidos que siguen encabezando la marcha: el oportunismo y “el silencio táctico”. Nada se dijo ante los golpes fulminantes de Moreno contra los y las trabajadoras, evidenciando que tienen temor a entrar en contradicción con el gobierno, del que ahora dependen.

Medidas antipopulares del gobierno como los nuevos tipos de contrato, las inspecciones laborales, la amnistía tributaria y remisión de la mora patronal, debían ser denunciadas en esta jornada, pero esto no pasó. Todo lo contario, la jornada quedó como un hito más del gran acuerdo nacional.

Así las cosas, observamos la táctica de la vieja politiquería de izquierda que cree que sigue siendo alternativa –ya no sabemos de qué-, mientras su rol real es frenar la contradicción de clase, quedándose como vigilantes de la política pública o perros guardianes de sus frentes de masas, mientras la oligarquía asume su rol tradicional.

Evaluación general

Sacando de este apartado a bloques con alto contenido político como el Bloque Popular Antimperial, el Bloque Proletario, la Coordinadora 1ero de Mayo u otros sindicatos y organizaciones con sus propias demandas, el grueso de los marchantes y dirigencias no pudieron articular un sentido político y sucumbieron ante las consignas de la paz, la libertad, la lucha contra la corrupción y la falta de empleo.

Carente de sustancia, se transformó en un desfile por el consenso de las clases. A la cabeza, el viejo sindicalismo junto con políticos conservadores, pretendiendo que la consigna “por la defensa de la soberanía, la paz y la vida” representa la preocupación real del pueblo, quien empieza a ver que es el gobierno quien profundiza los problemas con su torpe accionar.   

Esta situación de indefinición, de falta de profundidad de las consignas y las posturas políticas desde la izquierda tradicional y sindicatos, cobra sentido cuando los medios de comunicación llenan el vacío, dándole una forma, como por ejemplo, el Comercio, quien señaló en su reseña que “la creación de fuentes de empleo” es la “principal exigencia” de la marcha. Es complicidad, no coincidencia.

Haciendo el juego a la oligarquía al asumir sus textos y apuntalando el consenso producto del “Dialogo Nacional”, la marcha quedó como un hito que apuntala la agenda imperial y oligárquica, alineándose a las transformaciones económicas que están a punto de entrar en vigencia, por lo tanto, no fue una marcha del pueblo.

Retornar a las calles ¿para qué?

Frente al reformismo descarado y el oportunismo, el sentido de salir a las calles no es la construcción de una falsa unidad que sostenga los intereses particulares de las castas de dirigentes y políticos. En este sentido, incluso la unidad de las clases trabajadoras termina siendo un ejercicio inútil cuando no hay una dimensión revolucionaria que dinamice la conciencia y la toma de posturas políticas.

Después de 10 años de gobierno de Rafael Correa, estamos ante un nuevo escenario, en donde debemos reorganizarnos desde abajo, abandonando las pretensiones de un diálogo cómplice con el gobierno, y potenciar la voz del pueblo. Conciencia y organización. Si retornamos es para continuar con la lucha por el Poder Popular.

Finalmente, lo que primó en  la marcha es el consenso reaccionario, por medio del cual el gobierno, sindicatos, gremios empresariales, los viejos partidos de izquierda, la iglesia, el ejército y los socios de la embajada de los Estados Unidos, generan las condiciones para afectar a los y las trabajadoras, así como el régimen constitucional de derechos.

Es en contradicción con estas prácticas, desmarcándonos y denunciando el falso consenso, que el movimiento popular debe asumir su rol histórico. En la calle.

 

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