Nuevo estado de excepción en manos de la Corte Constitucional
![25-06-2020 NEE RC](/sites/default/files/2020-06/WhatsApp%20Image%202020-06-25%20at%2013.41.55.jpeg)
La Corte Constitucional determinará mediante Dictamen si el Decreto presidencial No. 1074 sobre la declaratoria de un nuevo estado de excepción es constitucional o no.
Ante esto, es importante señalar que el Decreto justifica el estado de excepción porque se mantiene la causal de calamidad pública por la permanencia del virus en el país y el aumento de contagios. Además, pretende que se viabilicen medidas económicas que golpean a la clase trabajadora con el pretexto de la emergencia sanitaria en el marco de la agenda neoliberal que ha venido implementando el Gobierno los últimos 3 años.
A pesar de que en mayo la Corte Constitucional instó al gobierno a iniciar acciones para volver al régimen constitucional ordinario, nada se ha cumplido: no se transparentó la información de su gestión, se mantiene la desprotección para los trabajadores y servidores públicos que se encuentran en primera línea, se ha incrementado la vulnerabilidad de los grupos históricamente discriminados, mujeres, niñas, niños y adolescentes, pueblos y nacionalidades, personas en situación de movilidad y calle, vendedores ambulantes, continúa el hostigamiento a medios de comunicación alternativos y comunitarios, militantes populares, aumentan los despidos y recortes, y se reprime la protesta social; por citar solo unos ejemplos.
El Gobierno bajo esta figura ha intentado ocultar su ineficiente actuación, no sólo durante la emergencia, sino de toda su gestión; implementar las medidas económicas que el pueblo rechazó en octubre, camufladas bajo el discurso de “crisis sanitaria” o de “arrimar el hombro”. Ecuador es uno de los países que peor ha manejado la pandemia, lo cual no es casualidad o mala suerte, es producto del constante debilitamiento del Estado, principalmente de los recortes presupuestarios a la salud, a la educación y al trabajo.
El miedo a perder el trabajo inmoviliza a la población, la obliga a aceptar migajas y explotación, mientras que el miedo al virus, normaliza la militarización y la violencia policial. Si se exige una “nueva normalidad”, esta debe ser pensada en base a las exigencias de la clase trabajadora, más no como máquinas de producción desechables en caso de contagio.
Dar luz verde a un nuevo estado de excepción que no tiene justificación, que no es proporcional, que normaliza la militarización y la precarización laboral, es avalar el desangramiento de un pueblo hasta su muerte.