La “unidad” anti neoliberal, ¿para qué?

29-07-2020
Miércoles 29 de Julio de 2020

Cada vez que la izquierda plantea la unidad por la unidad parecería que ésta es un fracaso de antemano. Preguntarse el para qué de la unidad no es tampoco garantía para prevenir los estrepitosos fracasos de los cálculos políticos, las “alianzas” sin contenido, los programas sin voluntad de poder, la unidad entre lxs mismxs y los desvaríos ideológicos. De esta forma, la discusión efectiva sobre unidad se ha convertido en cualquier cosa menos en la posibilidad real de constituir a las fuerzas revolucionarias en un polo hegemónico que, ejerciendo todas las formas de lucha, conduzca al pueblo hacia un horizonte de victoria.

“Amontonarse”, adelantarse a los comunicados de los espacios donde se “milita” para suavizar los golpes, ponerse la careta de la lectura realista de la política – sin lucha de clases – en pro de parar al “adversario”, será siempre la opción de lxs oportunistas. Reflexionar desde el marxismo implica no solo la “contextualización heróica” del método y la táctica revolucionaria, sino también comprender que las tareas requieren de instrumentos políticos y organizativos que deben permear todos los espacios donde se desarrolla la lucha de clases.

 

La “unidad” para ganar las elecciones y el “gobierno”

Poco falta para que a alguien se le ocurra decir que “2021 será la tumba del neoliberalismo”, como muestra del auto convencimiento y la certeza absoluta de la victoria, confundiendo la táctica electoral con el ejercicio pleno del poder, o con el etapismo que, escondiendo una concepción mecánica acerca del desarrollo de la consciencia y la organización revolucionaria, asegura que una vez logrado el “poder” se marchará inevitablemente hacia la victoria total.

No estamos diciendo que no sea imperante ganar las elecciones, sino que lo fundamental es ganarlas con pueblo, con programa y experiencia en el ejercicio del poder a nivel social, con organización y estructura, con disputa ideologica, en definitiva, mediante la profundización de la lucha de clases.

Las elecciones no pueden ser consideradas como el punto final de la disputa, ni la manifestación objetiva de la “conquista del poder”, son una táctica, un momento de acumulación de fuerza – sociales, políticas y económicas – que va en contra de la sociedad burguesa, el Estado, sus instituciones, las fuerzas represivas, y que por ende, buscan eliminarlas para instaurar un régimen diametralmente opuesto.

 

La “unidad” entre lxs amigxs

La unidad no se forja desde el escritorio, se la debe construir socialmente, no solamente en reuniones ni en cocteles, sino principalmente desde la acción, con aquellos que “no tienen nada mas que perder que sus cadenas”. La unidad entre los conocidos es, una catarsis contínua entre vanidad e idealismo, espanta y profundiza la ruptura; es si se quiere, una pérdida de tiempo, una ilusión pequeño burguesa.

Quienes no se reconocen en la clase y mantienen la idea de la unidad sobre la ficción del cálculo político sin capacidad real de poder – partido, pueblo y fuerza –, no están planteando un espacio entre iguales, sino todo lo contrario. Incluso, la unidad entre actores diversos en términos de concepción de clase o programa, requieren que la acción conjunta de las partes comprenda los límites de las fuerzas que intervienen, con el objetivo de sumar y destinar los recursos a los puntos flacos, de allí la consigna que en una organización revolucionaria nunca existe tarea chica o tarea grande.

 

La unidad que necesitamos para vencer

Construir la unidad para vencer significa que la organización revolucionaria requerirá construir herramientas operativas y de discusión amplias, como decíamos, considerando todas las formas de lucha, ganando a los sectores que desconfían sobre la base de la práctica honesta y efectiva, construyendo canales de interlocución que forjen el programa de acción. Además, requiere una perspectiva histórica de corto, mediano y largo plazo en el proceso revolucionario, lo que no permitirá que la angustia y el voluntarismo se ponga por encima de las condiciones objetivas en que se desarrolla la lucha de clases.

Es decir, la unidad se da necesariamente dentro de la movilización permanente, y en el contexto de la construcción del programa que incorpore la derrota de todas las dimensiones de la opresión capitalista, entre ellas el colonialismo y el patriarcado. El exterminio promovido desde el “morenato” es una oportunidad para que la rabia organizada postule la devolución de la economía al pueblo, los derechos contemplados como defensa de la vida digna, la soberanía e integración para la liberación definitiva del sometimiento imperial.

En conclusión, ponemos a discusión dos elementos fundamentales para pensar la unidad en el momento presente: a) reinventar la movilización para amasar la unidad, aglutinando a la gran masa de afectados por las políticas neoliberales, b) la denuncia supranacional del exterminio, como parte de la estrategia regional de asedio imperialista. Ese debe ser el compromiso, luchar contra el neoliberalismo pero desde una perspectiva revolucionaria, lo que implica poner en términos claros quienes son los adversarios, cuáles son las estrategias que requiere la coyuntura y cuál debe ser el norte político e ideológico.

¿Quiénes en la unidad? Todes, todxs y todo. ¿Contra quienes? Contra los que nos matan. No hay ultima palabra ni única posición.

 

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