La democracia en el Ecuador no existe

CPCCS
Jueves 15 de Agosto de 2019

El día de hoy, la Asamblea Nacional destituyó con 84 votos a favor al presidente del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS), José Carlos Tuárez, y a los vocales Rosa Chalá, Victoria Desintonio y Walter Gómez, en una acción que el ejecutivo y la oligarquía promovieron para anular cualquier margen de maniobra de los hoy cesados. No cabe duda que fue un movimiento político en defensa de los intereses de clase de la oligarquía el que decapitó al CPCCS, irrespetando la “voluntad popular” expresada en las urnas. La oligarquía se pasó por quien sabe dónde, todos los valores que dice defender: el debido proceso, la democracia, el respeto a la libre elección, etc, demostrando que hará lo suficiente para perpetuarse en el poder, incluso pasando por encima de las instituciones de las que se sirvió para retomar el control del Estado.

EL CPCCS fue la institución clave para encausar el retorno neoliberal y legitimarlo so pretexto del fantasma correísta. Desde la designación del CPCCS-Transitorio con Julio César Trujillo a la cabeza, se convirtió en el ariete de la oligarquía para golpear el aparato estatal inaugurado en la Revolución Ciudadana, profundizando la transición hacia la conducción empresarial del Estado. Lo que hoy vemos - y que gran parte de la población ecuatoriana mira desde la absoluta indiferencia - es la descomposición total del sistema democrático burgués y la injerencia oligárquica e imperialista, en un nuevo episodio, salvaje y crudo, de lo que conocemos como lucha de clases.

No se trata simplemente de la persecución al correísmo, o de que los consejeros se arrojaron funciones, sino de una profunda y descarada manifestación del conflicto de intereses de la sociedad de clases contemporánea. Tuárez había declarado su intensión de revisar el caso INA papers, la “obra maestra” de la corrupción de Moreno, además, junto a los otros consejeros, se propuso fiscalizar la designación de los integrantes de la Corte Constitucional, vía el antiguo CPCCS-T, proceso que fue blindado por los debidos intereses del caso.

La discusión no va por si el CPCCS era una “institución burguesa más”, un aparataje al servicio del correísmo y ahora de la oligarquía, de ninguna forma este hecho puede ser reducido a la lectura purista e infantil de la izquierda esclerótica que continúa repitiendo el guion de la derecha y el imperialismo.

Esta situación debe motivar a repensar la táctica y estrategia, la lectura del momento histórico, las ventajas y límites de actuar dentro de los márgenes de la institucionalidad del Estado, pero, sobre todo, a afirmar que, en una sociedad de clases, la democracia como una manifestación del respeto a la voluntad de las “mayorías” no existe, lo que existe son relaciones de fuerza, pugna de poderes, lucha por la conducción de la sociedad, del desarrollo del “buen sentido” en contra del sentido común que la oligarquía impone mediante el bombardeo mediático.

La democracia en el Ecuador no existe, es un invento que la oligarquía usa a su conveniencia.

 

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