Entre el miedo y el cinismo

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Martes 17 de Marzo de 2020

Allá por la década de los años 70 del siglo anterior, Erich Fromm planteaba en uno de sus trabajos que el sistema social, colocaba unas formas de miedo que favorecían el control social, esta afirmación fue sostenida por otros pensadores, como el filósofo francés Michel Foucault que mencionaba que el miedo es una de las estrategias utilizadas por las instituciones para disciplinar a los sujetos y los colectivos.

Las narrativas del miedo, están dispuestas en el discurso de la escuela, la familia, la iglesia, y las mismas instituciones del Estado, pero hoy se ancla en los medios de comunicación y en las redes de comunicación o redes sociales. Fromm decía que se observa cinco discursos o formas diseminadas de miedo: el miedo a la muerte o la enfermedad, miedo a la pobreza, miedo al encarcelamiento, miedo al aislamiento social, y el miedo al hambre, y añadimos el miedo a la locura es mucho más nuevo, no tendrá más de unos 100 años.

El miedo tiene que ver con la pérdida, está relacionada con la angustia y refiere a algo desagradable, que amenaza o nos pone en peligro. Entonces no es extraño que el sistema social construya unos discursos para que sintamos esta angustia y nos provoque el miedo. Frente a esto, reaccionamos con la huida, el ataque o el retraimiento. En este sentido hay situaciones reales que nos provocan, el angustia-miedo, o aquellas que son más imaginarias, ideas de que algo malo va a ocurrir y nos produce de igual manera la angustia.

La declaratoria por parte de la OMS de la pandemia del COVID-19 o del coronavirus, es real, y por tanto no es de sorprendernos las reacciones: por un lado, el pánico, que llevó a miles de personas a vaciar los supermercados (al menos los que tienen recursos), disputándose por ridículo que parezca, antisépticos, papel higiénico, agua; el envío permanente de historias, videos, audios sobre el coronavirus, de cómo enfrentarlo, de lo peligroso que este es, etc…. El permanente envío de datos estadísticos sobre los contagiados, el número de muertos, los cálculos aritméticos y geométricos del contagio.

En este caso, es imprescindible tener una responsabilidad con todos y todas, lo dicho anteriormente, nos muestra el cada vez mayor individualismo, el sálvese quien pueda, cuando en realidad la única manera de enfrentar este tipo de situaciones es con responsabilidad colectiva, de tener lo necesario, para que el otro también tenga acceso a lo necesario, significa evitar egoístas acumulaciones. Y por otro es la atención del Estado, este debe garantizar que tengamos protección y acceso a los insumos para favorecer la vida, en otras palabras salud y trabajo.

Aquí radica el cinismo de algunos gobiernos, entre ellos el nuestro, empecinados en cumplir con el FMI, han aprovechado la angustia provocada por la pandemia, para implementar las medidas económicas exigidas por este organismo interncional, en nuestro país la precarización del sistema de salud con los despidos de miles de trabajadores (médicos, enfermeras, auxiliares y otros funcionarios), es a todas luces uno de los factores que pueden incidir en las consecuencias de la emergencia sanitaria y es una muestra de lo que exige, reducir el Estado y generar ahorro fiscal.

Que sumado al manejo irresponsable de la información sobre la emergencia, dándole énfasis a la tragedia y no a los importantes cambios de comportamiento social que son vitales en situaciones como la que estamos viviendo actualmente.

En este marco vemos todos los miedos -mencionados al inicio de este documento-, circulando por todos los medios, hecho que en algún momento puede generar confrontaciones en los espacios públicos, privados e íntimo-privados, e incremente la ya lacerada relación con los otros en particular con los extranjeros.

Por otro lado, y no será sorpresa si en estos días a nombre de la crisis económica provocada por la emergencia sanitaria, que se anuncie la venta de alguna empresa o área estratégica, o que las medidas tomadas tengan la finalidad de desmovilizar la presencia de los ciudadanos reclamando las desacertadas medidas que precarizan la situación de las economías familiares, de hecho, que desaparezcan instituciones del Estado, implica ya un nuevo incremento del desempleo en el país.

La desatención del Estado a los grupos que son considerados vulnerables, es consecuencia también de mayor riesgo, más aun, cuando nuestro sistema de salud sigue siendo lacerado, precarizado.

 

Por: Jaime Torres

Psicólogo clínico

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