El campesinado y Arauz cierran filas contra el neoliberalismo

gugj
Viernes 9 de Abril de 2021

El mundo campesino e indígena, en su más amplia diversidad, ha expresado su adhesión a la candidatura progresista de Andrés Arauz, demostrando una clara comprensión del contexto que vive el país, en medio de una agresiva campaña desestabilizadora auspiciada por la derecha nacional y regional, en alianza con el imperialismo norteamericano. Esta madurez política e ideológica -que no debe confundirse con un cheque en blanco desde las organizaciones y sus bases- significa una posibilidad de quiebre a la política modernizadora en clave capitalista- pues supone poner en el centro del modelo de desarrollo a la naturaleza y el ser humano desde la cosmovisión de los pueblos y nacionalidades.

Arauz, a diferencia del candidato de la banca, Guillermo Lasso, ha desplegado una estrategia territorial – similar a lo ocurrido con importantes sectores del mundo del trabajo – de encuentro y escucha a las principales organizaciones campesinas e indígenas del Ecuador. La opción neoliberal, por el contrario – sostenida en los medios por el candidato presidencial de Creo y el Partido Social Cristiano, Guillermo Lasso – , ha buscado, desde su perspectiva de clase dominante, infantilizar y maquillar a los pueblos y nacionalidades, siendo un caso funesto el de Baltazar Ushca, conocido como “el último hielero del Chimborazo”, socavando su propia imagen.

De esta forma, la disyuntiva entre neoliberalismo y anti neoliberalismo, sumada al salto de confianza sobre la base de las fuerzas que componen las organizaciones campesinas, se ha clarificado con contundencia la opción que la lucha de clases impone a la realidad en el contexto del exterminio neoliberal que vive nuestro país.

Racismo y hegemonía de pensamiento

Para ciertos sectores de la izquierda – que comparten los discursos y la calle con el adversario de clase –, todo tipo de interlocución entre el candidato progresista y la dirgencia, organizaciones y bases del movimiento indígena y campesino del Ecuador, supone un acto de traición y oportunismo.  No obstante, el respaldo de importantes voceros y organizaciones de este sector en su momento a Yaku Pérez y Pachakutik, so pena de una supuesta “organicidad” – en ese momento no ideológica –, a sabiendas de su perspectiva neoliberal e imperialista. Esta misma no fue sancionada, desde un inicio, con la misma contundencia que a quienes han dado públicamente su apoyo a Arauz.

De esta forma, un racismo velado, acompañado de la matriz de hacienda aún persistente en los pasillos de la izquierda del país, ha favorecido a la estrategia del banquero Lasso para deslegitimar – como lo hizo en octubre de 2019 –, a importantes dirigentes del Movimiento Indígena, siendo el caso de Jaime Vargas, actual presidente de la CONAIE, el más icónico hasta el momento. Se demuestra así, que lo fundamental no es derrotar a la opción neoliberal, sino a la progresista, pues en el fondo se comparte aquella hegemonía de pensamiento, donde los pueblos y nacionalidades, no son sujetos que pueden interlocutar sin agenda propia en el mundo de la política, relegado a intelectuales étnicamente diferenciados.

Adherir no es entregar un cheque en blanco

Mediante un comunicado con fecha del jueves 11 de marzo, la Confederación Única de Afiliados al Seguro Social Campesino de Ecuador (CONFEUNASSCE), la Confederación de Pueblos, Organizaciones Indígenas Campesinas del Ecuador (FEI), la Coordinadora Nacional Campesina – Eloy Alfaro (CNC-EA), la Federación Nacional de Trabajadores Agroindustriales, Campesinos e Indígenas Libres del Ecuador (FENACLE) -organizaciones que integran la CLOC-Vía Campesina- adhirieron al proyecto político de Andrés Arauz, al mismo tiempo que denunciaban el teatro de operaciones en marcha para desestabilizar la deteriorada democracia liberal en el país y la región. A este comunicado se sumó la declaración “Por un proceso electoral pacífico y de respeto” de la CLOC-Vía Campesina, para que se garantice y respete la voluntad del pueblo en el proceso de renovación democrática del Ecuador, además de reafirmar su compromiso al binomio progresista.

Debemos añadir también el importante respaldo de la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (FENOCIN), o la constitución de la Unidad Nacional Campesina e Indígena del Ecuador (UNICE) en noviembre de 2019, el Seguro Social Campesino y todas sus estructuras y bases, el apoyo decidido de la Federación Nacional de Cooperativas Pesqueras del Ecuador (FENACOPEC), misma que recientemente escrachó al candidato de la banca, el Consejo de Pueblos y Organizaciones Indígenas Evangélicos del Ecuador (FEINE) y la Organización Montubia. Los acercamientos con el Movimiento Nacional Campesino (FECAOL), no llegaron a concretar su apoyo, sin que esto afecte a las bases que componen esta organización para considerar la alternativa progresista como la única salida posible en estos momentos.

Siguiendo la misma línea crítica que vertebra este artículo, dichas adhesiones, como hemos enfatizado, no implican un salto al vacío para con la candidatura de Arauz. Significan necesidades históricas que deben ser resueltas cuanto antes por un gobierno anti neoliberal; significan también un apoyo crítico para la reconstrucción del país, pensando en un Estado que garantice en mínimos términos de circuitos de producción, almacenamiento y distribución desde los productores, rompiendo el monopolio de intermediarios y la gran industria de la alimentación, declaración de emergencia nacional del riego, apertura de créditos cooperativos, condonación de deudas y mejores posibilidades de pago. La madurez política de estas organizaciones, no solo responde a un movimiento político que representa una opción objetiva en estos momentos, sino. la constitución de un espacio que permita recuperar y aglutinar fuerza para continuar la lucha campesina en el país

Una revolución pendiente

La agricultura familiar y campesina aporta con más del 70% del consumo a nivel nacional, y representa una fuente de empleo de alrededor 30%. La deuda con este sector es impostergable, por lo que el fortalecimiento y desarrollo de las fuerzas productivas, su asociación cooperativa como ejercicio de poder y creación de tejido social, debe ser uno de los nortes principales que dirija la política de reactivación económica y la construcción del mentado poder popular que Arauz menciona de forma constante.

La revolución del campo deberá barrer con las cadenas pre capitalistas aún presentes, el racismo, el abuso de poder, el monopolio de la tierra, entre otros. Si la perspectiva política de Arauz es corta, son las organizaciones, en ejercicio pleno de su autonomía y obedeciendo al programa histórico de liberación del campesinado, los pueblos y nacionalidades, y la clase trabajadora son quienes deberán marcar el camino hacia la transformación profunda de las relaciones de producción y el régimen de propiedad en nuestro país.

Por ahora la batalla es clara: el neoliberalismo o la tierra para quien la trabaja.

 

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