¿Quién cree en la democracia y quién cree en el autoritarismo?

leon
Jueves 4 de Septiembre de 2025

En la última década se ha visto un deterioro de las instituciones democráticas de la región y con ello una pérdida de la legitimidad de la democracia como forma de gobierno. Es por eso que gobiernos profundamente autoritarios, que constantemente violentan DDHH, como el de Nayib Bukele se mantienen con una grandiosa popularidad, con un 85% de aceptación. Así mismo Javier Milei a pesar de constantemente atacar la educación pública, a jubilados o estar en constantes escándalos políticos, se mantiene con una popularidad de casi el 40%. Si bien es cierto el escándalo de las coimas a su hermana Karina le costó, se mantiene como un mandatario popular.

¿Por qué sucede esto? ¿Por qué el autoritarismo se volvió popular? Hay algunas respuestas a estas preguntas, de orden sociológico, económico o incluso cultural; pero aquí se va a manejar una respuesta corta y sencilla a este problema largo y complejo. El autoritarismo se vuelve popular cuando la democracia no da resultados. Y a su vez, la democracia no da resultados cuando las personas que son elegidas para ser representantes traicionan los intereses del pueblo. Cuando esto pasa una y otra vez, la democracia pierde sentido y las personas no sienten que sus votos sirvan de algo. Este descontento democrático, en palabras de Michael Sandel, es capturado por figuras que prometen demoler las burocracias, los debidos procesos, o las garantías de los DDHH, con la promesa de dar resultados rápidos.

En nuestro país esto se vive todos los días. El autoritarismo de Daniel Noboa se ve respaldado tanto a nivel popular, como por las instituciones democráticas del Estado y con cada traición que el pueblo recibe, ese autoritarismo parece hacerse más popular.

El 2 de septiembre del 2025, la asambleísta oficialista de la provincia del Azuay, Camila León, traicionó a su provincia, prefiriendo allanarse al autoritarismo del presidente de la República, que respetar la voluntad de la gente que le dio el voto. Aunque esta asambleísta preside la Comisión de Biodiversidad y Recursos Naturales, se negó a votar por una moción que habría permitido a la Asamblea Nacional, llamar y cuestionar a la ministra de Ambiente, Luisa Cruz, por haber otorgado una licencia ambiental en Quimsacocha a la empresa minera Dundee Precious Metals. Vale la pena mencionar que el asambleísta del Azuay, Diego Matovelle, alterno de la mamá del presidente Anabella Azín, también votó en contra de esta moción.

La asambleísta prefirió ignorar que en 2019 se le preguntó a la población de la zona si quería o no proyectos mineros, mediante una consulta popular, y esta respondió con un contundente NO que se llevó el 86,96% de los votos. La pregunta en cuestión fue “¿Está usted de acuerdo con que se realicen actividades mineras en los páramos o fuentes de agua del Sistema Hidrológico Quimsacocha?” La redacción de la pregunta no admite interpretaciones de ningún tipo, así mismo el resultado de la votación es tan abrumador que elimina cualquier duda que pueda haber. La provincia del Azuay no quiere proyectos mineros en su territorio.

El presidente de la República no tiene intención de respetar la voluntad popular y aunque esto es algo inaceptable, es algo que se puede entender si vemos de donde viene. Daniel Noboa es un extranjero cuya primera lengua es el inglés y cuya primera nacionalidad es la gringa. Su tierra son los rascacielos de Miami y su agua viene en botellas bien empaquetadas. Él no tiene relación con los páramos o con los ríos de Ecuador, mucho menos con los de Azuay. Esto no excusa su comportamiento, pero es comprensible desde su pertenencia de clase, que no pueda ver la importancia material y cultural de preservar estos paisajes. Este no es el caso de Camila León, pues ella sí es ecuatoriana y ella sí ha habitado su tierra. Se ha beneficiado del agua que baja de los páramos y ha convivido con gente que necesita de esa agua para vivir. Y es por eso que su traición es tan pesada y dolorosa. 

Después de sentir el masivo rechazo popular, la asambleísta León decidió llamar a comparecer a la ministra de Energía y Minas y a la ministra de Ambiente, Agua y Transición Ecológica. Sobre esto hay que puntualizar dos cosas. En primer lugar la asambleísta lo hace por la presión ejercida por diversas organizaciones sociales y políticas, no por una convicción propia. Y en segundo lugar, León llama a las ministras, a representantes de la empresa minera y a un par de académicos. Una vez más comete el mismo error. Omite del factor más importante que son las personas las que ya decidieron que no quieren minería en su territorio ¿Por qué la empresa minera puede ser escuchada, pero la sociedad civil organizada no?

Son precisamente comportamientos como los de esta asambleísta los que deterioran y corrompen el sistema democrático. La gente votó, la asambleísta traidora sabe muy bien que en esa zona no se puede otorgar licencias ambientales, sabe que al ser un páramo es una zona de biodiversidad sensible y sabe que su propia gente, muy probablemente su propia familia, depende del cuidado de la zona para que sus ríos no se contaminen. Aun así prefiere mantener contento a Daniel Noboa e ignorar la voluntad de las personas que la pusieron en el puesto privilegiado que ahora mantiene.

A esta agresión contra la voluntad popular, se unen los incumplimientos de la consulta popular del Chocó Andino y del Yasuní. Cada vez que una votación no se respeta, estamos más cerca de una dictadura. Y las figuras como Camila León son esenciales para que esas dictaduras encuentren legitimidad en las instituciones que deberían protegernos del autoritarismo del poder ejecutivo. 

Como todos los años, el Latinobarómetro nos da ciertas luces de la percepción de las personas con respecto a la democracia. El último informe que incluye los datos de 2024 indica que en la región hay una insatisfacción con la democracia del 65%. Solo un 52% de la región cree que un sistema democrático es preferible. Mientras que un 16% cree que debería haber un gobierno autoritario y un 25% considera que da lo mismo el tipo de gobierno que haya. Estos porcentajes son el terreno perfecto para que aparezcan figuras autoritarias/fascistas.

Lamentablemente personajes como Camila León, gente necia y joven, funcional a un sistema de jerarquías que no admite crítica alguna, abundan en la política y en puestos cruciales de toma de decisiones. Sus traiciones nos llevan a una crisis más grave del sistema democrático pues su accionar le quita legitimidad a la voluntad popular. Ante esto, bien haría el país en recordar que el poder lo tiene la gente y aunque estos funcionarios lo tomen prestado, el pueblo lo puede reclamar de vuelta.

 

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