Auge y crisis del posneoliberalismo en América Latina (II)

PROGRESISMO

Algunos elementos comunes de los gobiernos de la oleada posneoliberal, permiten caracterizarlos como variantes nacionales de la opción reformista, de mayor o menor radicalidad, según el caso. Estos gobiernos: 1) rechazaron la idea del mercado autorregulado y argumentaron que su funcionamiento debe estar subordinado a las prioridades establecidas por el Estado. Este aspecto lo precisan otros investigadores, quienes identifican que la apuesta por la construcción de un Estado Neodesarrollista, fuertemente regulador del proceso de acumulación, se centró en las nacionalizaciones y estatizaciones de empresas de sectores estratégicos de la economía, lo que permitió cumplir un triple objetivo: “apropiarse de la capacidad de conducir el proceso de desarrollo, recuperar soberanía nacional en la toma de decisiones y estatizar una parte importante de la renta para dirigirla a la inversión pública y a los programas sociales” (Filmus, 2016: 31); inversiones que  fueron canalizadas, de forma principal, para el desarrollo de fuerzas productivas generales (infraestructura) y gasto social para educación, salud, vivienda, crédito productivo, y otras modalidades de salario social. 2) Se apoyaron, en distinta medida, en amplias coaliciones políticas que incluyeron a buena parte de las clases trabajadoras y las clases medias urbanas, quienes no sólo les favorecieron en lo electoral, sino también tuvieron que movilizarse para mostrar su respaldo. En palabras de Pérez Sáinz (2016), lo que buscaron fue la revitalización de la ciudadanía social básica; 3) Reencauzaron la reproducción del capital desde esquemas anclados en la expropiación financiera sin cortapisas hacia modalidades de acumulación socialmente menos devastadoras, poniendo límites a la flexibilización laboral y, en algunos casos como el venezolano y el ecuatoriano, regulando las condiciones generales bajo las cuales se explota el trabajo (Grugel y Riggirozzi, 2009).

A estos elementos habría que agregar otro de importancia cardinal: la vocación de varios de esos gobiernos por transitar de los conocidos esquemas de integración del “regionalismo abierto”, caros al proyecto neoliberal y específicamente centrados en aspectos comerciales, a modalidades de integración latinoamericana de carácter multidimensional, solidaria, y de fortalecimiento de la soberanía regional, sobre todo en su compleja relación con los Estados Unidos. Así, a iniciativa, de forma fundamental de Venezuela y de Brasil, durante este periodo se pusieron en marcha algunos proyectos como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) en 2004; la iniciativa Petrocaribe en 2005; la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en 2010; de la Comunidad Sudamericana de Naciones, posteriormente Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), así como por la puesta en marcha del Banco del Sur en 2013. Y, si bien es cierto que algunas de estas iniciativas no tuvieron el alcance original esperado debido a una serie de factores tanto estructurales como coyunturales, durante varios años trazaron un nuevo horizonte de las perspectivas de integración latinoamericana en clave claramente progresista.

En suma, las políticas reformistas de los gobiernos posneoliberales contribuyeron a revertir, aunque sea parcialmente, la tendencia neoliberal a la superexplotación del trabajo y a la exclusión social. No obstante, dicha reversión no se dio en todos los ámbitos por igual. Mientras los índices de pobreza y miseria actuales se encuentran por debajo de los de comienzos de los ochenta, los salarios reales de hoy día son comparables sólo a los de mediados de esa década, cuando el progreso de deterioro salarial ya llevaba medio lustro.

La crisis del ciclo posneoliberal

Sin embargo, hay muchos indicadores de que la coyuntura económica excepcionalmente favorable del periodo 2003-2008 (y de la rápida recuperación durante el par de años que siguieron a la crisis de 2009 gracias a las políticas heterodoxas de tipo anticíclico y también al financiamiento chino) comenzó a cerrarse desde 2012, aunque de forma más clara desde 2014-2015. En palabras de la Secretaria General de la CEPAL, el nuevo momento de las economías latinoamericanas está restringido “por factores externos, como el menor crecimiento económico de los principales socios comerciales y el fin del ciclo alcista de los precios de las materias primas, en las que la región concentra su canasta exportadora” (Bárcena, 2015: 13).

El hecho de que el ciclo de precios altos se haya comenzado a agotar desde 2011 para los minerales, y desde 2014 para el petróleo, ha puesto en dificultades a muchas naciones latinoamericanas, que han visto mermados sus ingresos de forma significativa, enfrentando problemas de balanza comercial, problemas fiscales y, en definitiva, un ambiente de recesión que, aunado a otras contradicciones propias de los procesos posneoliberales y a una nueva ola de insurgencia de las clases dominantes más conservadores, ya pasó la factura a algunos gobiernos latinoamericanos, como en los casos de Argentina y Brasil.

El investigador cubano López Segrera (2016) identificó de forma clara seis debilidades y contradicciones de las experiencias posneoliberales recientes: 1) incapacidad de transformar las matrices productivas centradas en la exportación de commodities. Con el declive mundial de los precios de aquéllas, la capacidad de mantener los niveles de gasto social y, por tanto, de fortalecer la base social, se vio mermada; 2) en algunos casos como el de Argentina, Brasil y Uruguay, no se dieron grandes cambios en el sistema político, ni en el protagonismo de los medios de comunicación privados y el sistema fiscal; esto último, orilló a algunos de esos gobiernos (y no sólo los tres mencionados) a ampliar sus fronteras extractivas para tener rápido acceso a recursos frescos, con lo cual se abrieron diferentes frentes de conflictos socioambientales; 3) no se realizaron suficientes esfuerzos para acompañar las políticas sociales con una nueva cultura política revolucionaria, por lo que no le fue difícil a la nueva derecha recuperar la iniciativa ideológica y cultural en las coyunturas de crisis;  4) tampoco se tomaron las medidas suficientes para combatir la corrupción de carácter estructural que atraviesa a los aparatos estatales, y en la cual cayeron no pocos funcionarios de los gobiernos posneoliberales; 5) no se supo acompañar a los liderazgos personales con formas institucionalizadas de liderazgo colectivo, que permitieran continuar con los procesos aún en la ausencia de aquéllos; 6) se dieron importantes avances en la dimensión política de la integración latinoamericana, pero no así en la dimensión económica, la cual habría sido fundamental para sentar las bases de transición hacia otros modelos productivos de carácter más complementario (2016: 67 y ss.).

 

 

¿En qué momento nos encontramos?

Probablemente el espejo que debemos utilizar para mirar el rostro más descarnado del panorama pos-posneoliberal (¿neoliberalismo recargado?) es el de Brasil y Argentina. Independientemente de que los actuales gobiernos de esos países tengan un origen diferente (golpe en Brasil; elecciones en Argentina), su proceder apunta más o menos en la misma dirección: desmantelamiento de algunas de las conquistas sociales auspiciadas de los gobiernos que les precedieron (Lula/Dilma, los Kirchner) y la puesta en marcha de un agresivo programa de neoliberalismo recargado: privatizaciones, despidos masivos, contención salarial y políticas laborales abiertamente regresivas, reducción presupuestaria en educación y salud; extranjerización acelerada de los recursos naturales… todo ello impulsado por personeros de las fracciones de capital económicamente más concentradas y políticamente más reaccionarias de ambos países, las cuales recuperaron espacios perdidos en el seno del aparato de Estado. Sobra decir que, como lo han mostrado diversos académicos, periodistas y activistas de movimientos sociales, los costos sociales de las políticas referidas se han cargado sobre los hombros de las clases trabajadoras, entre las cuales han aumentado las tasas de desempleo, precarización, y exclusión social. (Boff, 2017; Gambina, 2017; Nepomuceno, 2017 Stedile, 2017).

Con esto no queremos decir que bajo los gobiernos de Lula/Dilma y los Kirchner hubieran desaparecido por completo algunas de las tendencias arriba señaladas, pero sí es claro que con Temer y Macri, las políticas heterodoxas del periodo anterior fueron echadas al tacho de la basura para dar paso a modalidades de acumulación más propias del neoliberalismo desembridado: aquél que deja por fuera, casi por completo, consideraciones de promoción de estándares de bienestar mínimos para las masas trabajadoras, así como de defensa de espacios de soberanía nacional sobre los recursos naturales, por no mencionar el abandono total de cualquier intento por impulsar mecanismos de integración regional por fuera de los paradigmas hegemónicos, como aquellos que fueron ensayados durante la oleada posneoliberal.

En pocas palabras, los casos de Brasil y Argentina nos muestran que, al menos hasta la fecha, la crisis de ciclo posneoliberal no se ha resuelto de forma progresiva, sino regresiva, pues no había en esos países fuerzas sociales y políticas con la capacidad organizativa, programática y de movilización para impulsar un proyecto capaz de superar “por la izquierda” las contradicciones y límites de los gobiernos de signo posneoliberal. ¿Existen ese tipo de fuerzas en Ecuador, Venezuela o Bolivia? No parece que así sea. Lo que sí se vislumbra en el horizonte y para lo cual deberíamos estar preparados, el menos en el Ecuador, es un punto de inflexión del propio proceso posneoliberal, que parece haber llegado a un callejón sin salida durante los últimos tiempos pues, en el marco de una nueva correlación de fuerzas sociales nacionales y regionales, existen muchos indicios de que no sólo se cerró una coyuntura económica favorable para el país sino, lo que es más grave, el nuevo gobierno, pese a ser heredero directo del ciclo posneoliberal, está dando señales cada vez más claras de que un giro a la derecha se torna inminente: tanto en aspectos económicos (retorno de los Tratados Bilaterales de Inversión, ¿TLC disfrazado con los EEUU?) como geopolíticos (acercamiento a la política norteamericana para la región). De confirmarse ese giro, se estarían abriendo las puertas para el retorno desembozado de los rancios poderes fácticos que históricamente han tenido las riendas del país; los mismos poderes que se opusieron ferozmente a los aspectos más progresivos del ciclo posneoliberal. ¿Estamos suficientemente conscientes de lo que está en juego? ¿Permitiremos alguna variante criolla del neoliberalismo recargado? O, como diría el viejo refrán, en aras de corregir los problemas irresueltos por el posneoliberalismo ¿arrojaremos al niño con el agua sucia de la bañera?

 

Bibliografía.

 

Bárcena, A. (2015). “Prólogo”. En Bárcena, A., Pardo, A., Abeles, M. (Eds.). Estructura productiva y política macroeconómica: enfoques heterodoxos desde América Latina, Santiago: CEPAL.

 

Boff, L. (2017). ¿Estamos ya en plena dictadura civil? En Rebelión (28.09.17). Recuperado de: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=232057&titular=%BFestamos-ya-en-plena-dictadura-civil?-

 

Filmus, D. (2016). “Una década de transformaciones en América Latina”. En Gentili, P. y Trotta, N. (Comps.). América Latina: la democracia en la encrucijada. Buenos Aires: Clacso, Octubre Editorial, pp. 27-51. http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20161226111424/America_Latina_Encrucijada.pdf

 

Gambina, J. (2017). La ofensiva del capital y los desafíos del pensamiento crítico. En Argumentum, vol. 9, no. 2. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/6092509.pdf

 

Grugel, J, y P. Riggirozzi (2009). “The End of the Embrace? Neoliberalism and Alternatives to Neoliberalism in Latin America”. En Grugel, J. y P. Riggirozzi (eds.) Governance after neoliberalism in Latin America. (1-24). New York: Palgrave Macmillan.

 

López Segrera, F. (2016). América Latina: crisis del posneoliberalismo y ascenso de la nueva derecha. Buenos Aires: Clacso.

 

Nepomuceno, E. (2017). Un país en venta: Brazil for sale. En La Jornada (27.08.17) Recuperado de: http://www.jornada.unam.mx/2017/08/27/opinion/016a1pol

 

Pérez Sáinz (2016). Una historia de la desigualdad en América Latina: La barbarie de los mercados, desde el siglo XIX hasta hoy. Buenos Aires: Siglo XXI (E-book).

 

Piqueras, A. (2014). La Opción Reformista: Entre el Despotismo y la Revolución. Barcelona: Anthropos

 

Ruckert, A, L. Macdonald y K. Proulx (2016): Postneoliberalism in Latin America: a conceptual review, Third World Quarterly. DOI: 10.1080/01436597.2016.1259558

 

Stedile, J. (2017). El gobierno está podrido. ¡Directas Ya! En ALAI (01.03.17). Recuperado de: https://www.alainet.org/es/articulo/183833

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