¿Dónde está el rector de la Universidad Central del Ecuador?

uce
Miércoles 22 de Octubre de 2025

El pasado 15 de octubre, un día después de que Imbabura viviera horas de terror por parte de las fuerzas represivas del Estado que dejaron como saldo el asesinato de José Guamán, la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas ingresaron a la Universidad Central del Ecuador, específicamente a las facultades de Derecho, Odontología y Comunicación, violando la autonomía universitaria y aterrorizando a estudiantes que estuvieron escondidos de la represión y la persecución dentro de su propia universidad.

En respuesta, docentes se autoconvocaron para socorrer a los estudiantes y sacarlos de la universidad en un intento desesperado e indignado de proteger su vida, su integridad y su libertad. Por su parte, el rectorado brilló por su ausencia, deslindándose no solo de su responsabilidad en la garantía de los derechos de los estudiantes, sino en un manejo político acolitista con el gobierno fascista de Daniel Noboa. El rector no se presentó a la UCE aun sabiendo de la situación, permitiendo por inacción la invasión de estos otros poderes del Estado en los predios de la universidad.

En entrevista con el compañero docente Christian Arteaga, profesor de las carreras de Ciencias Políticas, Sociología y Filosofía, exploramos tanto el momento del rescate de los estudiantes, como el pobre papel del rector en la política y manejo de la UCE, y la situación organizativa e ideológica entre el estudiantado.

RC: ¿Qué sucedió la noche del 15 de octubre en la Universidad Central del Ecuador?

CA: La autonomía universitaria es un derecho ganado desde el Manifiesto de Córdoba, conjuntamente con la libertad de cátedra. Sin embargo, la autonomía universitaria ha sido un problema que se ha intentado resolver desde una lógica administrativa.

En esta administración que ya va casi dos años, la autonomía universitaria ha sido mancillada sinnúmero de veces, y creo que el ejemplo más reciente fue precisamente el 15 de octubre, cuando la policía ingresó vestida de civil, infiltrada, y atacó a estudiantes, brigadas médicas y a todas las personas que se guarecieron en la universidad.

Por parte del rectorado, no hubo una respuesta inmediata, recién la hicieron conocer al día siguiente. Es decir, el 15, el rector no tuvo la coherencia y la consecuencia  de acercarse a la Universidad, donde ya se sabía que había estudiantes asfixiados, heridos, acosados y escondidos en los predios universitarios, a tal punto, que nosotros como docentes, en 4 autos tuvimos que ir a sacar a los estudiantes que pudimos del predio universitario, casi casi que escondidos.

Entonces, el asunto de la autonomía universitaria ha sido un asunto que ha sido pensado más de manera administrativa que de manera -yo diría- política y académica. El rector utiliza la autonomía universitaria acorde al momento político y no como derecho y principio.

RC: ¿Cuáles fueron las declaraciones del Rector?

CA: Primero, esta tardanza obedece más bien a un tipo de cálculo político que de algún modo le ofrezca un respiro al gobierno. Pensemos que Imbabura es el laboratorio de este proceso de intervencionismo y de ejército de ocupación como estrategia de guerra del gobierno, pero como vemos está en todo el país.

Segundo, esta es una administración que siempre ha estado en silencio, y que en momentos tan críticos como los que estamos pasando, de movilizaciones y protestas contra las políticas neoliberales del gobierno de Daniel Noboa, ha optado no solo por el silencio -que es ya grave- sino por la ausencia.

El rector -por su nomenclatura de derecha- está muy cercano o por lo menos hay una especie de comodidad y de bienestar por parte del gobierno con el rector. El atraso de una semana en el ingreso a clases, que estaba en el calendario para el 13 de octubre, responde a cálculos políticos en función de las movilizaciones que puede generar la Universidad Central en clases presenciales.

Si ahorita existe resistencia de los estudiantes organizados y autoconvocados a través de sus asociaciones y colectivos, la situación se vuelve más difícil para el Estado cuando ya ingresen todos los estudiantes. Estamos hablando fácilmente de 20 a 25 mil personas en las calles. Ahorita en la UCE tenemos aproximadamente 40 mil personas con estudiantes, profesores, administrativos y trabajadores, pero en las calles podrían estar unas 25.000 personas.

RC: ¿Cómo ha sido la administración del Rector Patricio Espinosa?

CA: En estos dos años, la universidad central ha tenido un retroceso de casi 40. Así de crítica es esta situación. Para hablar un poco de todo esto, yo partiría de un brevísimo contexto en relación a lo que es esta administración, que es desde donde los problemas sustantivos y estructurales se exhiben de manera más brutal y dejan ver la poca iniciativa de poder resolverlos.

El rector actual se ha caracterizado y era conocido por una tendencia de cercanía a la universidad privada, tremendamente neoliberal, y de una nomenclatura muy clara de derecha, que se junta con la Unidad Popular, tremendamente limitada en términos académicos. 

Esto viene acumulando una serie de desaciertos en relación a la potenciación de la universidad y del mundo académico, además de una serie de sinuosidades, por ejemplo en la elección democrática de los decanos mediante una terna. Desde la experiencia en las elecciones en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, donde los tres estamentos votaron -que es un hecho histórico: estudiantes, administrativos y docentes unidos- ganó David Chávez con creces, una persona que no está vinculada al círculo del rector.

El decano en ese momento era Jorge Piedra –designado desde el inicio de la administración de Espinosa- quien no cumplía con el perfil académico ni era reconocido en el campo intelectual, era parte de la terna, quien arrasó con la facultad, no solo en un sentido de desprestigio académico, sino desde la censura, la persecución y todo. Sin embargo renuncia y no le vuelven a ratificar. Posteriormente se impone de manera ilegítima a otro decano, que no participó en la terna, que es el actual que es Francisco Hidalgo.

RC: ¿Cómo ves la situación de la organización estudiantil e ideológica del estudiantado en la UCE?

CA: En función de los estudiantes pensaría que el periodo de pandemia fue definitorio en muchas cosas. Esos dos años por fuera de la universidad significó para muchos la pérdida de organización y de cierto entendimiento de lo que implica ser estudiantes de la Universidad Pública. En ese sentido, el ritmo estudiantil, más o menos desde el 2023 implicó también una resignificación, mirando e intercambiando nuevos horizontes.

Por poner un ejemplo, la cantidad de estudiantes que están organizados en asociaciones y están en la disputa por la representatividad y sus derechos, no son la mayoría. Hay otros intereses entre los estudiantes, que están definidos por una condición de clase también, por lo menos las generaciones post prueba del SENESCYT son generaciones que ya no responden a sectores estrictamente populares y empobrecidos, sino a sectores medios, medios medios e inclusive en algunos casos a sectores medios altos.

Esto implica dos cosas: por un lado el posicionamiento político para muchos es una especie de estigma; y por otro lado implicó también que los accesos para los sectores súper populares muchas veces están siendo negados, porque estas clases medias ocupan esos puestos.

Esto también es reflejo del empobrecimiento de las clases medias, pero obviamente estos chicos vienen de sectores educativos no fiscales, sino de colegios privados que de algún u otro modo tienen otra intensidad y otras condiciones de aprendizaje que les hacen mucho más cercanos en sus lenguajes desde el colegio, a la lógica de la universidad, y se les hace mucho más fácil frente a los sectores populares.

Ahora yo te diría una cuestión que es más preocupante todavía. En nuestra facultad de Ciencias Sociales, se abrieron dos carreras, que son Filosofía y Antropología. Se abrió una reciente que ya está funcionando, y es Historia. Mientras que en la PUCE la facultad de Humanidades se cerró, y con ella las carreras de Antropología y Filosofía. Mucha de esa gente que iba a la católica como target, van a entrar o ya han entrado a la pública, y el nivel de conocimiento es sumamente diferente, por no decir que hay una brecha inalcanzable de los sectores populares y empobrecidos que salen de la educación fiscal, frente a los que salen de las escuelas privadas.

Es justamente en Ciencias Sociales que deberíamos tener éticamente una respuesta hacia esto que palpamos y que nos preocupa muchísimo como docentes. Viene gente de instituciones privadas con un capital cultural y simbólico enorme, con un conocimiento impresionante y que han podido salir al extranjero,  frente a otros sectores que vienen casi casi con un poquito más que lo mínimo, o con lo mínimo para ingresar a la Universidad.

Entones, el asunto de la Universidad Pública en este momento es también de cómo se va profundizando una especie de lógica de clases muy claramente definida. Es decir, carreras como Filosofía, Antropología, Historia, Política y Sociología, llegarán a ser entendidas y presupuestas como carreras de construcción y configuración de capital cultural y simbólico, habrá otras carreras de corte más profesional si se quiere como las ciencias exactas, y de corte técnico como trabajo social, pedagogía, educación como carreras a donde los sectores más empobrecidos tendrán más posibilidades de ingresar.

 

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