Lasso y el exterminio neoliberal

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Lunes 29 de Marzo de 2021

Para el Ecuador, un gobierno de la banca representaría la instauración de la hegemonía ideológica en torno al producto más preciado para el imperialismo capitalista: el espíritu neoliberal. El discurso en torno al emprendedurismo y a la autorealización capitalista, la delegación de funciones y competencias del Estado a manos privadas –la apropiación de lo común-, y la individualización de las condiciones materiales y la precarización de la vida, marcarían el mandato político de Guillermo Lasso en términos ideológicos.

Antes del 11 de abril, el candidato ultra conservador de la oligarquía ligada al Opus Dei, Guillermo Lasso, pretende lavar su imagen de banquero especulador. El eslogan fabricado por su asesor estelar, Jaime Durán Barba, con el que marcó su intervención en el debate presidencial del 21 de marzo: “Andrés, no mientas otra vez”, busca posicionar a Lasso como “el banquero honesto”, como si una falacia conceptual de tal magnitud contara con una sola paralela a lo largo de la historia. La estrategia política actual se enmarca en un desesperado intento de deslindarse de su rol en el feriado bancario y su incesante carrera de acumulación de capital. La cual ha marcado la vida política y empresarial del banquero y es su verdadera carta de presentación.

El representante de la oligarquía, Guillermo Lasso y su campaña política, generan una gran presión ideológica sobre el pueblo. Definitivamente en su figura se depositan todos los sentidos del capitalismo: el éxito individual, la capacidad de acumulación y el ser buen cristiano -la ética protestante-. Sin embargo, Lasso no es el “monito emprendedor” triunfante de la retórica neoliberal, y está lejos de ser “el buen banquero” que la oligarquía pretende posicionar. El capital económico, político y social de la oligarquía guayaquileña banquera importadora, es la que ha creado y sostenido la nefasta figura de Lasso. En la historia nacional, destaca la participación de Guillermo Lasso en el feriado bancario, cuando multiplicó su fortuna a costa de la vida y trabajo de miles de ecuatorianxs -a través de la compraventa de bonos estatales-, y es también indiscutible su cercana participación en el mal gobierno de Lenín Moreno.

Lasso no puede ganarse la impunidad política con la celebración que hizo a la represión de Octubre de 2019, y a la figura nefasta de María Paula Romo. No puede quedar en la impunidad ni en el olvido, su carácter antiderechos, cuando en 2019 llamó a la Asamblea Nacional a votar en contra de la despenalización del aborto por violación, ni el llamado –bien ejecutado- al veto presidencial total al COS en 2020. Tampoco puede ganarse la impunidad política de financiar a sectas católicas vinculadas con la pedofilia, como Sodalico y el Opus Dei. No puede quedar en la impunidad la participación de Lasso en las negociaciones preliminares del TLC de Gutiérrez en el 2003, ni su participación en la privatización del Banco del Pacífico en 2020, y su influencia en el proyecto de “independencia” del Banco Central, que le permitiría a la banca privada controlar la política monetaria del país en su totalidad.

En términos geopolíticos, un posible gobierno del banquero Lasso presupondría la continuación y profundización de la política de Estado de EE.UU, replicada por el Estado satélite en el que se ha convertido el Ecuador. Desde un inicio, la administración Biden auguraba un recrudecimiento del militarismo yanqui, buscando expandir su presencia militar en América Latina a toda costa, frente a un latente declive en términos de su poder hegemónico. Sin duda, las bases militares yanquis, se multiplicarían en territorio ecuatoriano, bajo el mandato de Guillermo Lasso, con una política exterior abiertamente entreguista, alineada a la de Lenín Moreno. Las Islas Galápagos, podrían terminar de convertirse en el “portaaviones natural” al servicio del imperialismo, y se posibilitaría la reapertura de la Base de Manta.

Igualmente, la cooperación en materia de inteligencia con EE.UU. -la cual se concretó bajo el gobierno de Moreno, bajo supervisión de la amiga personal de Lasso, María Paula Romo-, se ampliaría considerablemente. Este elemento sería de particular interés para la administración de Guillermo Lasso, que continuaría con la ostentosa financiación a las fuerzas represivas, para evitar la posibilidad de revueltas como la de Octubre de 2019 a cualquier precio, recrudeciendo la persecución política.

Así mismo, Guillermo Lasso sostendría la agresiva política de sobreendeudamiento con las instituciones multilaterales como el FMI, el BM y el BID, que indudablemente llevaría a la economía ecuatoriana a un total colapso bajo la condicionalidad crediticia. Al mismo tiempo, Lasso buscará satisfacer los intereses de la banca privada, la cual se incluye entre los tenedores de la deuda externa ecuatoriana, los mismos que fugan sus réditos y ganancias a paraísos fiscales, como lo hace el propio Lasso. El “presidente emprendedor”, promueve la eficacia privada, demostrándonos la lógica de anti democratización de derechos, de un modelo de Estado neoliberal por excelencia.

Todo lo contrario a lo que quiere retratar, Guillermo Lasso como hijo pródigo de la oligarquía, representa lo más fraudulento de la sociedad, no solo en términos económicos y políticos, sino también en términos éticos y morales. En este momento, es imperante apelar a la memoria histórica, siendo la segunda vuelta un proceso  social y político que merece toda la fuerza de la conciencia colectiva. Guillermo Lasso no es más que un oligarca usurero, amigo peligrosamente cercano del imperialismo yanqui y todas sus filiales. El banquero es la encarnación del neoliberalismo, la oligarquía y la dictadura de la clase burguesa. La ficción del emprendedurismo y la meritocracia, bien podría ser la cereza del pastel, con la que la oligarquía termine por despojar al pueblo, de lo poco que le queda.

En definitiva, la candidatura de Lasso pretende instaurar y posicionar los intereses de la banca y la oligarquía importadora, asociadas al imperialismo norteamericano, en el centro del poder político por cuatro años más. Indudablemente, una hegemonía banquera representaría la cúspide de la dictadura de clase en contra del pueblo. Con toda la fuerza y violencia imaginables, se constituiría un frente unificado del capital por sobre la vida, el interés privado por sobre lo común, la oligarquía por sobre el pueblo, materializando la política de exterminio que representa el neoliberalismo.

El neoliberalismo en Ecuador tiene nombre y apellido: Guillermo Lasso.

 

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