Colombia, primera vuelta presidencial: esperanza y estupor

COLOMBIA

A pocas horas de conocer los resultados de la primera vuelta presidencial en Colombia, la incertidumbre campea. Aunque todas las encuestas coincidan en augurar el paso a segunda vuelta del candidato apoyado por Álvaro Uribe, Iván Duque, y el izquierdista Gustavo Petro, el ex vicepresidente Germán Vargas Lleras y el ex alcalde de Medellín Sergio Fajardo, parecieron repuntar en los últimos días. Por otro lado, las recientes alertas sobre la vulnerabilidad del sistema electoral y las denuncias de múltiples casos de  constreñimiento al elector en favor de los dos candidatos de derecha, generan dudas sobre la transparencia de la jornada de este domingo 27 de mayo.

De encuestas y predicciones

En los últimos meses las encuestas han marcado la misma tendencia: el candidato de Uribe y Gustavo Petro encabezarían los resultados, seguidos por Fajardo y Vargas Lleras. Al hacer un promedio de los sondeos más recientes, el candidato de Uribe tendría un 37% de la intención de voto, Petro un 27%, Fajardo un 16% y Vargas Lleras 11%[1]. Sin embargo, el referendo sobre el Brexit, las elecciones presidenciales en Estados Unidos y el plebiscito sobre los acuerdos de paz en Colombia, mostraron que las encuestas pueden tener baja capacidad predictiva. Además, las encuestas miden las preferencias de los individuos suponiendo su libertad de elección, pero no incluyen factores como los apoyos de las “maquinarias” políticas, el poder del clientelismo tradicional, o las amenazas de los empresarios sobre los trabajadores.

Por lo anterior, Vargas Lleras puede dar una sorpresa. Vargas busca sacar más votos que Petro en la primera vuelta y vencer al candidato de Uribe en segunda. El nieto de Lleras Restrepo es el favorito entre los políticos tradicionales; tiene el respaldo de todo Cambio Radical y el partido de la U, así como de un sector importante del conservatismo. Todo indica que la mayoría de políticos liberales hoy no están con el candidato de su partido, Humberto de la Calle, sino con el ex vicepresidente. En ese orden, un segundo lugar de Vargas Lleras cumpliría el pronóstico de “Cifras y Conceptos”, una respetada firma que empleó un modelo de predicción que sí incluye los apoyos de partidos y líderes políticos[2].  

El ex alcalde Sergio Fajardo ha mejorado su desempeño en las encuestas y se ha convertido en el favorito de los columnistas y de muchos académicos reconocidos. Sin embargo, el voto de un académico como Rodolfo Llinás o de una actriz como Mabel Moreno, vale tanto como el de cualquier ciudadano, mientras los apoyos de partidos, líderes o iglesias expresan respaldos colectivos. Así, aunque mejore su intención de voto, no parece que Fajardo pueda pelear un cupo a la segunda vuelta. 

Los dos favoritos no han variado sus fórmulas de campaña. La principal fortaleza de Iván Duque es la bendición de un ex presidente que para la opinión conservadora cuenta con una infalibilidad similar a la de un Papa del Renacimiento, alguien que ni siquiera se equivoca cuando comete felonías. El candidato de Uribe también ha sabido explotar el miedo suscitado por la crisis venezolana, regla general en la derecha de todo el continente. Los recientes respaldos de iglesias evangélicas, incluyendo al Partido Mira y a la ex candidata Vivian Morales, fortalecen su aspiración. No obstante, Duque sería el principal golpeado con las nuevas alianzas de  Vargas Lleras con sectores políticos tradicionales. 

Gustavo Petro ha ganado opinión, ha logrado movilizar buena parte del voto joven, ha logrado convencer a muchos abstencionistas, tiene el respaldo de la inmensa mayoría de la izquierda y el movimiento popular, y ha logrado apoyos tanto en los campos como en las ciudades. Petro es el único candidato que hoy refleja una clara posición anti establecimiento, de ahí que pueda canalizar la impopularidad del gobierno saliente, de su modelo económico y de sus escándalos de corrupción.

En ese orden, la incertidumbre se materializa en tres escenarios posibles hacia la segunda vuelta: Duque-Petro, si le creemos a las encuestas; Duque-Vargas Lleras, si se impone el status quo y si el modelo de “Cifras y Conceptos” acierta; o Petro-Vargas Lleras, si el candidato de Uribe no logra canalizar apoyos dentro de las élites políticas tradicionales. Este último escenario es el menos probable, pero no es imposible. 

¿Fraude?

Al inicio de la semana, Gustavo Petro y su fórmula vicepresidencial, Ángela María Robledo, solicitaron la realización de una auditoría al software de la Registraduría Nacional del Estado Civil, agregando que “dentro de la Registraduría hay empleados de un partido político que está cambiando los listados de jurados por militantes de ese partido. Bajo de esa posibilidad se hizo el cruce de información evidenciando como ganador al candidato de Cambio Radical”[3], es decir, Germán Vargas Lleras.  

El reclamo de Petro y Robledo tiene asidero, pues el Consejo de Estado señaló en una reciente sentencia que en las elecciones parlamentarias del 2014 se presentaron irregularidades, como la destrucción de material electoral, inconsistencias entre los formularios E14 y E24 y sabotaje al software de la registraduría. Tales afirmaciones sobre la vulnerabilidad del sistema electoral fueron respaldadas por la Misión de Observación Electoral, e incluso encontraron eco en políticos tradicionales como el senador Armando Benedetti.

A lo anterior se suma la silenciosa pero persistente presión de los empresarios que constriñen el voto de trabajadores. La periodista Ana Cristina Restrepo denunció en su cuenta de twitter que las directivas de una reconocida pizzería le “sugería” a sus trabajadores votar por Iván Duque. Mientras el Centro Democrático, el partido de Uribe, denunció que la Fiscalía General de la Nación, hoy presidida por un aliado de Vargas Lleras, está siendo usada para intimidar alcaldes y gobernadores de cara a las elecciones[4].  

Gustavo Petro: la esperanza y el caudillismo

La contienda electoral generó una frustración, reflejada en la ausencia de una coalición de sectores alternativos y de izquierda que enfrentara a Uribe y Vargas Lleras. La victoria de una coalición semejante era el camino para llevar a cabo la doble tarea de asegurar la solución política del conflicto y sacar a Colombia de la hegemonía neoliberal-neoextractivista. A pesar de esa frustración, la candidatura de Gustavo Petro ha logrado, por primera vez en la historia reciente, la posibilidad de que la izquierda dispute la presidencia de la República. Petro es el único candidato que ofrece un programa abiertamente contrario al neoliberalismo y al neoextractivismo. Por eso tiene el respaldo de la inmensa mayoría de la izquierda y el movimiento popular, incluyendo el humilde apoyo del autor de estas líneas.

A mi juicio, su éxito radica en cuatro factores. En primer lugar, ha logrado poner a dialogar su propuesta política con las aspiraciones de sectores sociales que han protagonizado fuertes movilizaciones en los últimos años; factor clave en una sociedad donde han crecido las resistencias contra los proyectos extractivistas. En segundo lugar, ha logrado movilizar el voto joven con un lenguaje innovador, basado en nuevas ciudadanías, nuevas tecnologías y el respeto a la diversidad. En tercer lugar, su imagen de outsider frente a los partidos tradicionales y las élites le hace sumar apoyos en los sectores otrora desencantados de la política electoral. Por último, Petro es el único candidato que podría aplicar una política redistributiva que se enfrente a la desigualdad. De acuerdo con la Cepal, Colombia es el segundo país más desigual en la distribución del ingreso en la región, donde el 1% más rico de la población concentra el 20 % del ingreso. Además, Colombia es el país de la región con mayor desigualdad en la distribución de la propiedad de la tierra; de acuerdo con el Censo Agrario, el 1% de las unidades de producción más grandes controlan el 81% de la tierra; 704 explotaciones (con promedio de 49.135 hectáreas cada una) controlan la mitad de la tierra, mientras 2.046.536 explotaciones (17 hectáreas en promedio) se reparten la otra mitad.

Uno de los aspectos más interesantes de Petro es su campaña frontal contra el extractivismo minero y petrolero, así como sus propuestas sobre la necesidad de una transición energética. Mientras los gobiernos progresistas de la región se apoyaron en el neoextractivismo para desarrollar sus proyectos, lo que les generó tensiones con los movimientos populares ecoterritoriales, Petro va en una dirección opuesta a la mayoría del progresismo latinoamericano. No obstante, su propuesta no descarta el extractivismo por vía de los monocultivos, como lo evidencia su propuesta de incentivar la producción a gran escala de aguacate para la exportación[5]. Tales propuestas explican por qué en algún momento sugirió una política agrícola para que los campesinos se transformen en “granjeros” o en “empresarios del campo”[6], una posición que está en abierta contradicción con un movimiento agrario que reivindica la viabilidad de la economía campesina y el reconocimiento del campesinado como sujeto de derechos diferenciados. Por fortuna, este desliz fue corregido en su programa de gobierno. 

La importancia de la candidatura de Gustavo Petro radica en su capacidad de vehicular los anhelos de transformación de los sectores subalternos. A mi juicio, Petro es importante por la esperanza que acompaña su figura, más que por su innegable liderazgo. Su candidatura ha permitido la politización de una nueva generación que podrá defender alternativas al capitalismo neoliberal que ha reinado en las últimas décadas.  En mi caso, me quedo con esa exaltación de la esperanza colectiva que hoy genera su candidatura, por encima de las derivas individuales, e incluso caudillistas, que por momentos afloran en su carácter.

Espero que esa esperanza colectiva se mantenga y que sea el germen de un nuevo proyecto de unidad de la izquierda y de los movimientos populares, en camino hacia una sociedad más democrática, igualitaria y ecológicamente justa. 

 

[1] El ejercicio del promedio fue hecho por el diario El País de España https://elpais.com/internacional/2018/05/19/colombia/1526755167_362126.html  

[2] http://cifrasyconceptos.com/modelo-pronostico-presidencial-primera-vuelta-2018/

[3] https://www.rcnradio.com/politica/gobierno-responde-petro-sobre-posible-fraude-en-elecciones-presidenciales

[4] http://www.centrodemocratico.com/?q=articulo/comunicado-intimidaciones-alcaldes-y-gobernadores-por-parte-de-la-campana-de-un-candidato

[5] En ese orden, creo que es un error limitar al extractivismo a la megaminería, la extracción de hidrocarburos y la producción de energía a gran escala; como lo han planteado Machado, Gudynas, Acosta o Brand, puede hablarse de “extractivismos” en plural, incluyendo el extractivismo agrario, forestal, pesquero y turístico.   

[6] https://noticias.caracoltv.com/colombia/el-tema-venezolano-es-un-fracaso-dice-gustavo-petro

 

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