La salud y la enfermedad desde una perspectiva social e histórica

SALUD

Con la revolución industrial, el proletariado surgió como un fenómeno concreto; la clase trabajadora sufrió un profundo deterioro en su salud y sus condiciones de vida. En los países centrales, los trabajos de René Villermé, Edwin Chadwik y Friedrich Engels permitieron problematizar la salud de los trabajadores y trabajadoras, y comprender que la misma se encuentra definida por condiciones económicas y sociales. Bajo esa misma línea, pudieron reconocer la relevancia social de la salud y determinaron que, para subsanar los procesos nocivos, las medidas implementadas deberían tener un carácter médico y otro social. (Almeida Filho, Rouquayrol, & Martinovich, 2008; Bertolozzi & De la Torre Ugarte, 2012; Breilh, 2014).  Las luchas políticas que surgieron a consecuencia de las condiciones impuestas por un sistema opresivo a los trabajadores, hicieron posible reconocer el componente político de la medicina. En este contexto, se entendió a la “política como la medicina de la sociedad y a la medicina como práctica política” (Filho, Castiel, & Ayres, 2009) Fue así que la politización de la medicina en favor de la lucha de las clases desprotegidas llevó a Guerín a incorporar el término “medicina social” en 1838.

En Latinoamérica, en la década del 60, la imposición del modelo desarrollista supuso una limitada interpretación de la salud y la enfermedad, como consecuencia, trabajadores de la salud, académicos, estudiantes y miembros de la sociedad civil se organizaron y sintiéndose inconformes con las políticas establecidas, dieron inicio al movimiento de la medicina social en Latinoamérica (Casallas, 2017). Los aportes del coordinador de Investigaciones de la Organización Panamericana de la Salud, Juan Cesar García (Argentina) junto con los de María Isabel Rodríguez (Salvador) y Miguel Márquez (Ecuador) dieron impulso a este movimiento. El término acuñado por Guerín fue sustituido por el de “salud colectiva”, como una alternativa latinoamericana, propuesta por el movimiento sanitarista del Brasil en 1979. (Bertolozzi & De la Torre Ugarte, 2012; Breilh, 2003; Casallas, 2017; Estrada, 2006; Filho et al., 2009; Iriart, Waitzkin, Breilh, Estrada, & Merhy, 2002). Se ha recurrido al término salud colectiva porque:

 “(…) El movimiento sanitario surgido en ese país [Brasil] consideró importante destacar que sus análisis del conjunto de las prácticas y organizaciones de salud, incluida la práctica médica, abandonan la enfermedad y su tratamiento, y el acto médico, como eje central del proceso salud/enfermedad/atención. Asimismo, consideraron que había que resaltar la noción de que es un proceso construido colectivamente, tanto en la forma que adquiere en cada sociedad y momento histórico como en las posibilidades de transformarlo” (Iriart et al., 2002, p. 128)

Los grupos de medicina social/salud colectiva están actualmente presentes en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador y México y han consolidado a la salud colectiva como una propuesta contrahegemónica a la salud pública (Waitzkin, Iriart, Estrada, & Lamadrid, 2001).

El desarrollo de este movimiento supuso el estudio de la salud pública – hegemónica – desde otro paradigma que fuera capaz de incorporar una metodología, teoría y política que privilegie al componente social como categoría de análisis (Bertolozzi & De la Torre Ugarte, 2012) . Así, la salud colectiva considera a la salud como “un campo disciplinar complejo donde los saberes y prácticas son abordados desde distintos paradigmas o perspectivas epistémicas”(Casallas, 2017).

La salud colectiva recurre a unidades de análisis individuales y sociales, pero metodológicamente incorpora un enfoque colectivo, por lo tanto, los fenómenos en el campo de la salud son analizados desde el contexto sociohistórico que los determina; así, las categorías analíticas a las cuales recurre la salud colectiva son: reproducción social, clase social, género, cultura, etnia y producción económica. Sin embargo, para explicar los acontecimientos suscitados en el dominio individual “la definición de colectivo no se realiza a priori sino que está ligada al problema que se pretende analizar” (Iriart et al., 2002, p. 130). Para este fin, se incorporaron categorías y conceptos de otros campos de conocimientos como la historia, la sociología, las ciencias políticas, el psicoanálisis, la biología, la antropología, entre otras (Nunes, 2010). De estas descripciones, se desprende que la salud colectiva considera a la salud como un proceso dialéctico contruido socialmente, polisémico – en tanto conformado por un sujeto, objeto y praxis –.

La salud colectiva también es entendida como una corriente del pensamiento, movimiento social o práctica teórica, que tiene por objeto analizar “(…) las necesidades sociales de salud de los grupos sociales y no apenas los problemas de salud, que se limitan a riesgos, agravios, enfermedades y muerte. También la organización de los servicios de salud, la planificación y la gestión de la salud (…)” (Bertolozzi & De la Torre Ugarte, 2012, p. 28). Estas necesidades surgen en momentos históricos en los cuales, los sujetos son determinados en cuanto a su inserción social (situación y posición de clase) en un modo de producción que se replica y constriñe a una forma particular de acceder al trabajo.  

No exenta de críticas, la medicina social/salud colectiva representa una corriente regional construida a partir de las propias necesidades sociales: crítica frente a la simplificación de la salud pública tradicional, liberadora ante la superficial explicación biológica-clínica de las necesidades de salud y desconolizadora ante la visión hegemónica del problema salud-enfermedad.

 

Bibliografía.

Almeida Filho, N., Rouquayrol, M., & Martinovich, V. (2008). Introducción a la epidemiología (1ra ed.). Buenos Aires: Lugar.

Bertolozzi, M. R., & De la Torre Ugarte, M. C. (2012). Salud colectiva: fundamentos conceptuales. Salud Areandina, 1(1), 24–36.

Breilh, J. (2003). Epidemiología crítica. Ciencia emancipadora e interculturaliad. Buenos Aires, Argentina: Lugar.

Breilh, J. (2014). Epidemiología crítica latinoamericana: raíces, desarrollos recientes y ruptura metodológica. En M. Morales & J. Eslava (Eds.), Tras las huellas de la determinacion. memorias del Seminario InterUniversitario de Determinación Social de la Salud (p. 281). Bogotá, Colombia: Universiad Nacional de Colombia. https://doi.org/10.1017/CBO9781107415324.004

Casallas, A. (2017). La medicina social-salud colectiva latinoamericanas: una visión integradora frente a la salud pública tradicional. Revista Ciencias de la Salud, 15(3), 397. https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co/revsalud/a.6123

Estrada, F. (2006). Herbert A . Simon y la economía organizacional Fernando Estrada Gallego. Revista Sociedad y Economía, (11), 146–174.

Filho, N. D. A., Castiel, L. D., & Ayres, J. R. (2009). Riesgo: Concepto básico de la epidemiología. Salud Colectiva, 5(3), 323–344. https://doi.org/10.1590/S1851-82652009000300003

Iriart, C., Waitzkin, H., Breilh, J., Estrada, A., & Merhy, E. E. (2002). Medicina social latinoamericana: aportes y desafíos. Revista Panamericana de Salud Pública, 12(2), 128–136. https://doi.org/10.1590/S1020-49892002000800013

Nunes, E. D. (2010). Por una epistemología de la Salud Colectiva: Los conceptos sociológicos. Salud Colectiva, 6(1), 11–19. https://doi.org/10.1590/S1851-82652010000100002

Waitzkin, H., Iriart, C., Estrada, A., & Lamadrid, S. (2001). Social medicine in Latin America: productivity and dangers facing the major national groups. The Lancet, 358(9278), 315–323. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(01)05488-5

 

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